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El carbono 14 revela que el yacimiento de La Fortaleza data del siglo VI

Arqueólogos trabajando en el yacimiento de La Fortaleza,
Arqueólogos trabajando en el yacimiento de La Fortaleza,

El Cabildo de Gran Canaria ha podido determinar a través del método de carbono 14 que el enclave arqueológico de La Fortaleza, localizado en el municipio de Santa Lucía de Tirajana, pertenece a un periodo temporal que lo ubica entre el siglo VI y el VII d.C, significándose como uno de los más antiguos de Gran Canaria.

Así lo ha revelado la datación efectuada por medio del sistema de carbono 14 en EE.UU. a un hueso de cabra extraído en un sondeo arqueológico promovido a finales de 2015 por el Cabildo de Gran Canaria en una de sus estructuras prehispánicas circulares, llevado a cabo por Tibicena Patrimonio y Arqueología. Los restos de un astrágalo caprino y otros materiales localizados en la cima de este Bien de Interés Cultural en la categoría de Zona Arqueológica, fueron remitidos a Whashington para su estudio en el laboratorio Direct AMS Radiocarbon Dating Service, centro que ha determinado el citado periodo. Además, según los especialistas, con esta referencia cronológica queda atestiguado que este enclave estuvo ocupado durante más de 1.300 años, es decir, sometido a un uso que se habría prolongado a lo largo de al menos veinte generaciones.

El estudio aún en curso de otros materiales enviados al mencionado laboratorio de la capital norteamericana, hacen suponer que las actividades protagonizadas por los antiguos canarios en la cima de la Fortaleza Grande no son de naturaleza doméstica, sino que pueden asociarse al universo religioso. Unas prácticas en las que el fuego y los animales domésticos, y quizás el control del tiempo, desempeñaron un especial protagonismo.

Gracias a estos resultados hoy sabemos que entre fines del siglo VI y el VII d.C. parte al menos de la Fortaleza Grande ya se encontraba estructurada por construcciones, muros y caminos, y que en su zona alta tenían lugar ciertas actividades que probablemente puedan ponerse en relación con el mundo de las creencias. Pero además, es un buen indicio para saber que este yacimiento se situaría, en atención a los datos hoy disponibles, entre los más antiguos de Gran Canaria.

Por un lado, las dataciones radiocarbónicas realizadas en EE.UU., hacen de este santuario-almogaren el más antiguo trabajado hasta el momento. Esta datación (siglos VI-VII) indica que en este momento la cima de La Fortaleza Grande ya está construida, y no solamente eso, sino que este yacimiento ya tiene cierta importancia en una fecha tan temprana como la citada, y que posiblemente mantuviera esa importancia después. En este sentido, se podría especular si el lugar de La Fortaleza como se le conoce ahora podría ser el gran templo de Humiaga o Humiaya, como proponen algunos investigadores. También es importante, que teniendo en cuenta la tardía ocupación de la isla de Gran Canaria (el siglo III d. C es la datación más fiable hasta el momento) ya en el siglo VI-VIII haya un conocimiento y construcciones de este tipo, si tenemos en cuenta que ya existe obsidiana (posiblemente llegada del municipio de La Aldea), lo que indica un conocimiento exhaustivo de la geografía insular.

Hay que recordar que La Fortaleza se articula como el mayor y más variado conjunto patrimonial de la Isla, ya que reúne en un mismo espacio grabados rupestres, cuevas pintadas, túmulos funerarios, cuevas de habitación, recintos vinculados a la posible observación astronómica y silos de almacenamiento, entre otras manifestaciones, todo ello complementado con el recurso de un centro de interpretación que plantea al visitante un discurso museográfico global sobre el poblado y la vida de los antiguos habitantes del mencionado enclave. En dicho enclave se localizan, además, al menos 6 paneles rupestres, con grabados antropomorfos, todos ellos en las cercanías de la cima de La Fortaleza Grande, asociados al propio camino y a sus murallas, lo que ahonda, aún más, en la importancia simbólica de ese camino de ascensión y, por ende, en la significación del sitio, debiendo entenderse como códigos de comunicación que significan y singularizan el espacio sagrado.

Consciente de la importancia y relevancia de este BIC, la consejería que dirige Carlos Ruiz invertirá este año 63.000 euros en diferentes actuaciones con las que se pretende continuar definiendo el espacio integrado por casas prehispánicas en la base de la Fortaleza Grande, y donde hasta el momento se han identificado más de una quincena de edificaciones domésticas. Así mismo, parte de la inversión del Cabildo estará destinada a ir mejorando las condiciones de visita de este yacimiento que lleva poco más de un año abierto, y cuyo centro de interpretación ha recibido en este tiempo más de cinco mil visitantes.

Este yacimiento conocido ya desde mediados del siglo XVI se ha revelado a través de las últimas excavaciones como uno de los lugares arqueológicos con mayor proyección futura de la isla. No obstante, no es hasta el último cuarto del XIX que se produce la primera descripción detallada del sitio, debida al Doctor Grau Bassas, cofundador y primer conservador de El Museo Canario, destacando los denominados “braseros” en la cima de La Fortaleza Grande, como una de las mejores construcciones arqueológicas de la isla y entendiendo todo el Roque como un lugar sagrado, como un Almogaren, integrado por los braseros, el camino de ascenso y el propio túnel.

Por otro lado, las recientes investigaciones sugieren que los braseros, ya descritos en el siglo XIX, junto con el resto de componentes de la cima del Roque, configuran un escenario social de vital importancia para estas poblaciones vinculado a ceremonias y prácticas rituales, en los que los actos de comensalía-ofrendas de diferentes productos tienen lugar y donde el fuego/humo desempeñaría un papel de primer orden, ya que todo el material exhumado se encuentra termoalterado.

Parece claro, además, que una de las variables a tener en cuenta es la propia monumentalidad del lugar y su preeminencia topográfica del propio yacimiento. La Fortaleza emerge, en el centro geográfico de la Caldera de Tirajana, a modo de eje vertebrador de la orografía existente. Nace a los pies de una zona llana, para descolgarse en su parte superior (donde se ubican los “braseros”) sobre el barranco de Tirajana en una caída totalmente vertical. Este lugar se monumentaliza con la creación de un conjunto de paredes conocidos como la “muralla”, que hacen de esta parte superior la materialización de la hierofanía/valor sagrado de este santuario de montaña.

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