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Armando Ravelo

El teldense Armando Ravelo, una propuesta de cine canario

Nació en un municipio con historia, de hecho el que tiene más historia de las islas, no en vano fue la primera sede episcopal, año 1351, siendo obispo Clemente VI cuando un mallorquín fue el designado para ocupar una diócesis utópica en una isla que todavía no estaba conquistada. Es entusiasta y comanda un equipo de gente novel, actrices y actores amateurs que cuando actúan ante las cámaras son creíbles, la fotografía y el sonido consiguen el aprobado, las historias tienen ritmo y está empeñado en darnos una visión diferente sobre nosotros. Para empezar, en sus cortometrajes los protagonistas hablan en amazigh, la lengua bereber que se habló en el archipiélago con algunas variantes en cada isla, y, claro, hay subtítulos en español. Cree que Canarias vive mutilada cultural y socialmente, y tenemos una desmemoria terrible.

Acabamos de ver su reciente propuesta, La cueva de las mujeres, un cortometraje en el que explora en ese mundo de magia y superstición que es la brujería popular, tan vinculada a la cultura rural. Fue rodado en el barrio de San Francisco y en Santa Lucía de Tirajana. Telde, la ciudad de las brujas, podemos leer en los carteles institucionales por la Noche de San Juan, las fiestas fundacionales. Tras la proyección en la repleta sala del Cine Monopol establecimos un diálogo, no en vano destaca entre los realizadores empeñados en hacer un trabajo cinematográfico insular, gente joven sobre todo en Tenerife, Gran Canaria y La Palma. El riesgo de afrontar el mundo prehispánico puede consistir en definir al guanche como el buen salvaje de los libros de cuentos, pero Ravelo, consciente de esa tentación, ha dejado claro que aquellas comunidades tenían las mismas virtudes y los mismos defectos que el resto de los humanos. En ellas se daba la guerra, la venganza, la envidia, los incestos, los conflictos por los pastos, las aguas o la posesión de una mujer. Pero conozcamos sus opiniones.

Se explica así: El Proyecto Bentejuí nace con la vocación de contar historias de las islas especialmente mediante el cine, aunque también hemos realizado obras de teatro y próximamente sacaré una novela donde narro la historia del legendario Doramas. En cine hasta el momento he dirigido los cortos Ansite (2012), Mah (2016) y La Cueva de las Mujeres (2018) así como el largometraje infantil, La Tribu de las 7 Islas (2017). Exploramos episodios basados en la cultura indígena del archipiélago, a excepción de este último trabajo, donde nos adentramos en los años 40 del pasado siglo para acercarnos al mundo de la brujería en ese ambiente tan represivo y oscuro de la posguerra. Es significativo que esas tradiciones ancestrales se llevaran a cabo por mujeres a las que era muy fácil acusar ante el poder religioso y gubernamental, el viejo patriarcado. Muchas brujas ejercieron una resistencia femenina y dignificaron los conocimientos ancestrales. Las mujeres han sido las grandes resistentes de la historia, es hora de conectar con sus historias y ponerlas en valor. Aquí confluían muchos tipos de brujería, ya que la mezcla de culturas daba pie a eso, los ancestros norteafricanos, la influencia española, portuguesa, normanda, la presencia de esclavos moriscos y africanos en los ingenios de azúcar, la ida y vuelta con el Caribe, y los que mandaban no diferenciaron entre las mujeres que hacían amarres y mal de ojo y las que vertían leche en cazoletas o bailaban con el ganado para pedir fertilidad. Hasta el momento, especialmente con los tres cortometrajes, la concurrencia de público ha sido significativa, con una afluencia inaudita para trabajos producidos aquí por canarios. La crítica también ha sido generosa con nuestros trabajos. El corto Ansite ha sido exhibido en 29 ocasiones y con mucha expectación. La cueva de las mujeres ya la hemos estrenado en La Palma, Tenerife y aquí en Gran Canaria.

Le señalo que esta propuesta de nuevo cine todavía es minoritaria, aunque es visible ese movimiento de cineastas que trabajan temas de la identidad, con frecuencia propuestas vistas desde la perspectiva de los perdedores, la civilización prehispánica, propuestas que a veces se quedan en un cliché tópico, ese es el riesgo. Dice que es natural que artistas que viven en un entorno lo exploren para extraer temas y poder desarrollar una mirada propia. Lo que es significativo es que no se haya dado más este fenómeno, de momento. Estamos inmersos en un proceso de resistencia cultural a nivel global, donde el reto es avanzar hacia el futuro sin perder la identidad. Los creadores debemos formar parte de esa senda y ser incluso puntas de lanza en el proceso.

Inevitable preguntarle por si ha recibido ayudas. Hace un tiempo el Gobierno de Canarias convocó apoyos para guiones y producciones, pero la crisis se llevó por delante esas iniciativas. Ravelo dice que para La Tribu de las 7 islas recibimos una ayuda del Cabildo a través de la consejería de cultura. Para el resto de trabajos no contamos con ayuda institucional. La mayor parte de la financiación de los cortos viene de nuestro bolsillo y la gente que aporta su trabajo. En La cueva de las mujeres tuvimos una ayuda de la Fundación Canaria Tamaimos. Si hubiera apoyo institucional, trabajaría desde abajo, seguiría a las nuevas promesas, motivaría e incentivaría a los más jóvenes. Esa es la base. A partir de ahí hay que seguir la sinergia, alentar, apoyar, crear el ambiente necesario, generar encuentros entre la inversión y los creadores, motivar a las productoras a desarrollar proyectos aquí, aparte de lo que ya se hace, que es ofrecer las islas como platós.

-Dices que no tienes estudios, que ni siquiera terminaste el bachillerato. Tu firme vocación es el cine y afirmas que te gusta el japonés Kurosawa.

-Soy muy ecléctico. Mis grandes referentes, a los que más admiro, son Kurosawa, Ozu y Tarkovsky, De la actualidad me fascinan Iñárritu, Villeneuve y Fincher, por ejemplo. Me interesan las historias humanas, donde se ven narraciones honestas y profundas sin llegar a ser pretenciosas. Personajes rotundos, bien construidos y la cámara al servicio de la historia y no al revés. El fondo como base y la forma como medio.

Armando Ravelo, un nombre que debemos ir aprendiendo. Él y su gente, pese a la escasez de medios, consiguen ilusionar a públicos todavía pequeños pero que tienden a crecer. Admira a los hermanos Ríos, los pioneros, también a Fresnadillo, Juan Carlos Falcón o Elio Quiroga. No estaría de más que las instituciones oficiales, Cabildos y Gobierno de Canarias favorecieran estas iniciativas.

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Source: Luis León Barreto
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