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Antonio Morales Méndez

La resurrección de ATI

A nadie se le esconde que Paulino Rivero llegó a la presidencia del Gobierno canario sin la bendición de ATI. Muchos analistas políticos dejaron constancia de que el núcleo duro del insularismo tinerfeño nunca vio a Paulino Rivero como “uno de los nuestros”. Se había dicho que Miguel Zerolo era el delfín de Manuel Hermoso, pero su camino se perdió en la alcaldía de la capital tinerfeña y en las arenas de Las Teresitas. Desde la presidencia del Gobierno canario Rivero logró ganar simpatías en otras islas, pero no en la suya, donde en círculos empresariales y mediáticos lo trataban despectivamente como “el mago”. De hecho Paulino Rivero perdió su batalla final contra Fernando Clavijo en Tenerife.

El ascenso de Fernando Clavijo a la candidatura de la presidencia del Gobierno contó con el respaldo de las caras más reconocibles de lo que un día fue la Agrupación Tinerfeña de Independientes: Manuel Hermoso, Ricardo Melchior y Ana Oramas entre otros. En ese grupo, representando a la nueva oleada de ATI, está Carlos Alonso. Juntos forjan un neoinsularismo que recupera las viejas esencias de ATI. Desde el principio Fernando Clavijo y Carlos Alonso han demostrado estar en buena sintonía, incluso cuando Alonso ha puesto palos en las ruedas del Gobierno canario. Miden muy bien las estrategias conjuntas. Y se han empleado a fondo. Saben que siempre tendrán una muletilla para gobernar en el PP o en el PSOE. Y cuando surgen diferencias, Carlos Alonso no se frena. Conoce que tiene detrás a los empresarios de siempre. Lo escenificó muy bien la semana pasada. A veces da la sensación de que es él el que pretende gobernar Canarias. Y marcar los pasos a Fernando Clavijo.

Cuando el presidente del Cabildo de Tenerife fue a Madrid al Ministerio de Fomento a negociar más fondos para la carretera del anillo insular y recibió críticas de otros cabildos como el de la Gomera y el de Gran Canaria, Alonso se defendió diciendo que tenía puntualmente informado al presidente Fernando Clavijo de su reunión con Fomento. Con ese encuentro Alonso puenteaba al Gobierno canario y ponía en peligro los acuerdos de la comisión Canarias-Estado en materia de carreteras. Después vinieron las críticas de Alonso a las consejerías socialistas de Políticas Sociales y de Sanidad. Siempre señalando a consejeros del PSOE en el Gobierno. Para humillarlos. Para propiciar un pacto con el PP. Resulta curioso que el presidente Clavijo no se sienta cuestionado por Alonso cuando critica a los consejeros del Gobierno que él dirige y que toma las decisiones que tienen que ver con los presupuestos de forma colegiada. En la misma componenda uno y otro recurren en muchas ocasiones al viejo enfrentamiento con Gran Canaria, efectista y rentable para ellos. A bloquear a la única isla que no tienen controlada. Y después pretenden trasladar a los medios de comunicación que son otros los insularistas y los frentistas. Y hasta en estos predios algunos les han hecho la ola al calor de dádivas interesadas.

El pasado 30 de julio el presidente Fernando Clavijo convocó a la Federación Canaria de Islas e hizo un gesto para intentar acabar con las críticas públicas a los desequilibrios entre las islas. Pensó que se les iba de las manos ese intento de aislar a Gran Canaria. Sin embargo el asunto no se trató finalmente, aunque estaba en el orden del día, pero lo que sí se decidió fue hacer ver que se había creado un frente común, que llamaron “pacto por Canarias”, para reclamar un nuevo modelo de financiación autonómica y el cumplimiento de los convenios suscritos entre Canarias y el Estado.

Fue un intento de acallar un debate que se les estaba volviendo en contra. Pero ahora Carlos Alonso vuelve a las andadas y vuelve a abrir el melón del frentismo y el neoinsularismo con acusaciones a la consejera de Obras Públicas, Ornella Chacón. Hace unas semanas Alonso publicaba el artículo “En defensa de Tenerife”. En el texto el presidente del Cabildo se autoproclama el político más solidario de las islas y cuenta los gestos que ha tenido el Cabildo que preside. Entre ellos cita su apoyo a la propuesta de la triple paridad en el reparto de los recursos del FDECAN (antiguo ITE). En Gran Canaria fuimos muy críticos con esa fórmula de reparto porque perjudicaba a las islas capitalinas, donde más necesidades hay. Por denunciar ese reparto tuvimos que aguantar acusaciones de “insularista” e “insolidario”. Otro de los “gestos solidarios” ha sido su ofrecimiento para que el Cabildo financie las carreteras tinerfeñas. Ya el de Gran Canaria intentó en el mandato pasado financiar las obras de la Aldea y la Circunvalación, pero la Intervención General frenó la iniciativa porque no se pueden financiar competencias que no son propias. A lo mejor el Cabildo de Tenerife tiene otra fórmula y eso que tiene pendiente el pago de facturas por un total de casi 14 millones de euros, una cantidad muy pero que muy superior (como diez veces más) a la que acumula el conjunto de las restantes islas. El Gobierno del Estado adeuda a Canarias desde 1994 un total de 630 millones de euros que ha ido recortando del convenio de carreteras. En este argumento no insiste mucho Alonso, cuando es absolutamente necesario que obliguemos al Estado a cumplir sus compromisos y que permanezcamos unidos para conseguir un nuevo convenio, de unos 2.000 millones de euros, similar al actual incumplido. Es verdad también que con la propuesta que defiende (asumir la sesión de las competencias de esas carreteras), Carlos Alonso elimina en Tenerife a una consejería “enemiga” y se hace con el poder que supone adjudicar un montón de millones entre su parroquia.

No voy a calificar la actuación política de Carlos Alonso, no pretendo una polémica personal y pública con el presidente del Cabildo tinerfeño, aunque muchas de las cifras que ha dado para hablar del desequilibrio en la financiación de las carreteras se rebaten fácilmente con los datos oficiales. Lo explicó perfectamente la consejera de Obras Públicas, Ornella Chacón, en una comparecencia en el Parlamento canario en diciembre pasado: desde 1994 hasta ese mes, en Tenerife se ha ejecutado o está en ejecución el 83% de lo programado y representa el 39,9 % del total de Canarias, mientras que en Gran Canaria lo ejecutado o en ejecución alcanza el 98 % y supone el 37,26 %. A este dato hay que añadir que en las últimas décadas la consejería de Obras Públicas ha estado en manos de dirigentes de Coalición Canaria.

Puestos a hablar de desequilibrios y de solidaridad se debería poner toda la baraja sobre la mesa. Y se debería hablar entonces de lo que aporta cada isla y de lo que después recibe. Debería decir que de 2006 a 2015 la provincia de Las Palmas ha recaudado por el IRPF más de 9 mil millones de euros y la de Santa Cruz de Tenerife poco más de 4,5 mil millones. Lo mismo sucede con el IGIC. Aunque los datos permanecen bajo llave, todos los cálculos permiten inducir que la aportación de las islas orientales por este concepto es el doble que las occidentales. Y eso no casa, claro, con los datos que aporta la Confederación Canaria de Empresarios, que afirma que entre 2007 y 2013 la diferencia del gasto público a favor de Tenerife con respecto a Gran Canaria es de 2.700 millones de euros. Y eso sí que es solidaridad.

Y no digamos nada con respecto a los desequilibrios. Cuando el presidente del Cabildo de Tenerife habla de desequilibrios a favor de Gran Canaria con respecto a las carreteras (datos, repito, desmentidos por la consejera del área) debería entonces prestarse a hablar de las inversiones en puertos canarios (apenas un 3 % del total en Gran Canaria), de las diferencias abismales entre lo que perciben las dos universidades canarias, de lo que se ha invertido en los últimos años en obras hidráulicas en una y otra isla, del freno a los hoteles de cuatro estrellas en Gran Canaria frente a la vía libre en Tenerife a lo que allí interesa, del número de aceleradores oncológicos, del rechazo insólito al BIC del Oasis, de la distribución de miembros del gobierno de una y otra isla, del falseamiento de los censos de población para perjudicar a Gran Canaria, del desprecio a la Ley de Sedes, del trato de la televisión pública para con Gran Canaria, de la presencia grancanaria en los órganos de control y de influencia de la Comunidad…Y podríamos seguir y seguir…

No es un tema personal porque Carlos Alonso no está solo, en realidad es la cabeza visible de un movimiento de las fuerzas (económicas, políticas y mediáticas) del insularismo tinerfeñista. Dicho de forma más gráfica: quieren resucitar a la Agrupación Tinerfeña de Independientes, volver al siglo pasado. No lo digo yo. Lo denuncian algunos compañeros del partido de Carlos Alonso como el diputado de Coalición Canaria Mario Cabrera, que hace una semana acusó al presidente del Cabildo tinerfeño de tener un planteamiento político “trasnochado”, “derechoso” y de “volver al discurso insularista de hace 20 años”. O como plantea el líder del PNC y socio de CC, Juan Manuel García Ramos, que señala en el Diario de Avisos que los problemas de las carreteras de Tenerife no son de ahora, “responden a una desatención de la Corporación insular y de los Gobiernos autónomos de hace ya muchos años. El insularismo y el cabildismo radical se pueden convertir en enemigos públicos número uno del proyecto nacionalista”.

Este resurgimiento de ATI, señalado por muchos medios de comunicación, ha provocado un artículo firmado por Carlos Alonso con el título “¿Dónde me puedo afiliar a ATI? En el texto el presidente tinerfeño ironiza sobre estas denuncias del resurgimiento de ATI y a la vez reivindica el espíritu de la formación ultrainsularista. Dice Alonso que ATI “nació declarando su irrenunciable defensa de Tenerife y los años de prosperidad que vivió la isla y su auge económico asentaron la leyenda de la hegemonía de los tinerfeños en la política de Canarias”. Al final del éxito se pregunta si existe hoy ATI y él mismo responde: “En la medida en que consigamos identificarnos con el pueblo de Tenerife y con esta isla, como lo hicimos en su momento, seguirá existiendo. Somos nosotros. Somos Tenerife.” La resurrección de ATI no es un asunto baladí, ni es una cuestión de una isla, es algo que afecta a toda Canarias porque las políticas insularistas provocan desequilibrios y división entre los canarios. Rompe la idea de país canario. Nos divide y nos hace más débiles como Comunidad. Quiebra una fortaleza a la que no podemos renunciar. Es tiempo de plantar cara decididamente a esta situación. Es tiempo de hacer todos los esfuerzos posibles por un pacto de progreso que propicie un nuevo Gobierno para este archipiélago atlántico.

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Source:Antonio Morales Méndez, presidente del Cabildo de Gran Canaria
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