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Las Kellys Lanzarote

Las Kellys, las espaldas rotas del turismo

Maspalomas News ofrece a sus lectores un artículo de opinión de Nona Perera, candidata de Lanzarote en Pie-Sí Podemos a la presidencia del Cabildo de Lanzarote

La reciente irrupción de Las Kellys de Lanzarote en la vida pública fue semejante al puntual bostezo de un volcán cuando entra en erupción, a su furia explosiva después de oír y sentir sus temblores durante años bajo tierra.

Un buen porcentaje de los beneficios económicos que genera el desarrollo del turismo en Lanzarote se relaciona con la esclavitud laboral a la que se somete a las camareras de piso, las kellys, denominadas así porque son “las que limpian”.

Hasta ahora el desarrollo de las sociedades se fundamenta en el trabajo de quienes ocupan la última escala, las mujeres, a pesar que en el turismo son en términos numéricos el grupo más numeroso. Lanzarote recibe anualmente tres millones de turistas para pasar sus días de ocio. Buscan el confort, la distensión, el sol y el mar que el empresariado de Lanzarote les ofrece con el exclusivo fin de lograr sus propios beneficios económicos. La esclavitud moderna que soportan las camareras de piso multiplica beneficios económicos al empresariado. Pero mientras unos se enriquecen, a estas mujeres este modelo les genera graves problemas sociales, económicos y de salud.

También perjudica al medioambiente porque el expolio turístico deriva irremediablemente en significativos atentados medioambientales, además de sociales y sindicales, acentuando la desigualdad social. El empobrecimiento siempre recae en las de abajo. No existe un reparto equitativo de los ingresos del turismo. Y eso es una realidad palpable.

El número de turistas podrá aumentar cada año y la corporación insular se congratulará de ello, pero en Lanzarote seguirán faltando camas en los dos hospitales, pupitres en las escuelas y techos para las sin techo.

Las espaldas rotas del turismo seguirán limpiando cada día 20 baños completos, manipulando productos tóxicos, cargando toneladas de ropa y recorriendo 11 kilómetros de distancia, el mismo periplo que separa los offices de las piscinas. Las mujeres que sostienen el modelo turístico actual seguirán conviviendo con el olor a detergente mezclado con la fragancia del bronceador de coco y su propio sudor, fruto del esfuerzo desmedido al que las someten.

Estamos muy lejos de conseguir la corresponsabilidad y la conciliación entre las camareras de piso y el empresariado. Pero este camino es ahora algo más corto por las reivindicaciones de Las Kellys, que han sostenido parte de la reciente “crisis económica” que ha usurpado derechos a las mujeres.

La administración pública y el empresariado muestran su preocupación por modernizar los espacios turísticos, por adaptar destinos a las nuevas demandas tales como la movilidad menos motorizada, el aumento de la oferta para el cuidado del cuerpo o la salud personal y hasta para la de las mascotas. Pero, nos preguntamos ¿cómo es que no se ocupan de un plan de modernización para paliar la sobrecarga de trabajo, la moderna esclavitud de las camareras de piso? ¿Puede existir un turismo sostenible que no sea respetuoso con los derechos humanos en términos de la calidad del empleo, salarios y derechos laborales? Y es por este punto por donde debe empezar la modernización de la oferta turística, en respetar los derechos de las trabajadoras y sanar las espaldas rotas del turismo de sangre que exhibe Lanzarote.

Las Kellys representan la lucha laboral organizada contra la explotación, el empoderamiento de las mujeres representándose a sí mismas. Las admiro por su capacidad de levantarse y ponerse en pie para enfrentarse a los vendedores de ocio. Su lucha alcanzó mayor repercusión cuando Mariano Rajoy siendo presidente del gobierno de España dialogó con ellas y eso que Pedro San Ginés las tenía mucho más cerca, pero no sintió curiosidad por hablar con ellas. Estas mujeres poderosas, capaces y trabajadoras, que a pesar de sus espaldas quebradas avanzan erguidas, seguras y desafiantes hacia la conquista de sus mejoras, que también son las nuestras.

Desde la presidencia del Cabildo crearemos un área de trabajo que cuestione lo establecido en materia turística para frenar la explotación laboral, especialmente la de las mujeres, para desarrollar de manera coherente las cuestiones sociales, económicas y ambientales, la pobreza y la discriminación. Queremos establecer otras promociones turísticas que se gestionen con criterio unificado de los espacios turísticos para frenar el capitalismo extractivo, para garantizar la producción y el consumo de los alimentos ecológicos y locales alejados del contacto con el agua de mala calidad, que desenmascare la actual propaganda de la soberanía alimentaria, la cultura maquillada, los museos pasados por agua marina, las tapas a peseta, la campaña política del cumpleaños feliz.

En definitiva, trabajar por los derechos vulnerados en el escenario del turismo reorientando toda la actividad para frenar el cambio climático. Una cosa es el derecho al ocio, al tiempo libre, al descanso o a las vacaciones pagadas y otra es que el empresariado para garantizar ese derecho a quienes nos visitan esclavicen a las trabajadoras para aumentar sus propios beneficios económicos.

El derecho al descanso y a visitar estas islas no debe estar por encima de los derechos de las trabajadoras, ni de los de las personas que aquí residimos. Pero el empresariado de Lanzarote -que no sabe cómo tenerlo todo- trata y concibe al turismo que llega como mercancía del que se reserva en exclusividad sus beneficios generando con ello desigualdades cada vez más marcadas y a ello contribuye el Cabildo Insular, y ambos juegan a torcer el destino de La Graciosa y de Lanzarote, despojándolas de sus planeamientos territoriales para atender las exigencias del empresariado.

Los últimos cuentos con final feliz los escribió Walt Disney antes de la mitad del pasado siglo, pero al principio del XXI escribimos nuestra historia en pie con un final venturoso y duradero porque Podemos, queremos, lo necesitamos y lo vamos a hacer.

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Source: Nona Perera
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