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Aurora Moreno Santana

Nuestra arma, la educación

De nuevo, otro 25 de noviembre tenemos que conmemorar el día establecido para la erradicación de la violencia de género. De nuevo este día salimos a la calle, hacemos reflexiones, rechazamos la violencia machista y, de nuevo, nos mostramos de acuerdo a que no podemos permitir que una mujer más sea asesinada por la violencia machista, así como, concluimos que debemos prestar especial atención a erradicar esta lacra. Coincidimos en que es responsabilidad de toda la sociedad y que los poderes públicos tienen la obligación de poner remedio, desde la atención y desde la prevención, que sigue siendo la asignatura pendiente.

Porque, de nuevo la realidad nos delata, a pasar de los avances, a pesar de las medidas y de las leyes, no nos engañemos, mientras haya una víctima, queda mucho por hacer.

Trabajar desde la educación se hace imprescindible para lograr que la igualdad, el respeto , la libertad, sean valores interiorizados. Tenemos que educar a los niños y a las niñas, desde la familia, y desde todos los ámbitos, en la igualdad y el respeto desde sus primeros años de vida, tienen que crecer libres y en igualdad, porque, cada día venimos concluyendo que la población adolescente presenta una alarmante práctica de desigualdad, de violencia en sus relaciones, que forma parte de sus vidas, asumiendo hábitos como controlar el whatsaap, restringiendo las amistades, imponiendo normas sobre el vestuario, son comportamientos cada vez más comunes entre nuestros jóvenes. Cada vez con más frecuencia, inician relaciones tóxicas, violentas.

Es un hecho que el género, la forma en que nos comportamos o la forma en que la sociedad espera que nos comportemos, es una construcción cultural. Lamentablemente, clichés propios de otras épocas como “los niños no lloran y las niñas se ponen feas cuando se enfadan; los niños son más brutos y las niñas son más obedientes y dóciles” incomprensiblemente, fuera de toda lógica, sigue pesando.

La observación de la vida cotidiana nos viene a confirmar que la diferencia de trato se establece en la más temprana edad, y se continúa dando durante toda nuestra vida. Y a todo esto, se suma, el mito del amor romántico, la normalización de la violencia, la mala educación sexual, el bombardeo de medios de comunicación, películas, revistas, literatura, música, etc, que provocan en nuestros adolescentes presenten una importante carga de valores interiorizados y sentidos como propios. Dirijamos los esfuerzos a revertir la situación.

Tal es así que no podemos esperar a la adolescencia para confiar en las campañas de prevención, que son importantes y tienen que cumplir su función. No podemos esperar para trabajar en prevención cuando ya se han asumido como propios valores erróneos.

La violencia contra las mujeres aumentó en términos absolutos en Canarias en 2015 con respecto a 2014, pero fue entre el grupo de edad entre los 15 y los 18 años donde se registró un mayor incremento. Es necesario dirigir los esfuerzos para invertir esta situación en las edades tempranas. Porque en el caso de la violencia de género no podemos ni debemos esperar a que suceda el problema para ponerle solución. La respuesta está en la prevención, pero sobre todo, tal y como decía Nelson Mandela, es la educación el arma más poderosa que puedes usar para cambiar el mundo.

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Source: Aurora Moreno Santana, secretaria nacional de Igualdad de Coalición Canaria
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