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“Palos en las ruedas de la cultura”

Julio Ojeda, concejal de Cultura del Ayuntamiento de Santa Lucía de Tirajana
Julio Ojeda, concejal de Cultura del Ayuntamiento de Santa Lucía de Tirajana

Reflexión de Julio Ojeda, concejal socialista del Ayuntamiento de Santa Lucía, con motivo de la celebración del Día Internacional del Libro

Que el mundo de la cultura no pasa un buen momento es algo que a estas alturas nadie pone en duda, en tiempos en los que los datos macroeconómicos monopolizan los titulares en los medios de comunicación, mientras la corrupción y el paro parecen ser los principales preocupaciones de la ciudadanía (según el Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS), puede parecer un atrevimiento reflexionar sobre la gestión cultural.

No obstante, aprovechando la celebración del día del libro el próximo 23 de abril, conviene recordar el expolio que a lo largo de los últimos años ha sufrido la cultura en nuestro país. Por un lado, los recortes consiguen menguar la promoción cultural hasta mínimos históricos. Por otro lado, el aumento del IVA no ha hecho más que poner palos en las ruedas de una carreta a la que en nuestro país en muy pocas ocasiones se le ha prestado suficiente atención, especialmente por determinados grupos políticos, que entienden y reducen el concepto de cultura al simple entretenimiento. Basta con escuchar a los agentes sociales y profesionales vinculados a este ámbito o echar un vistazo a los diferentes informes sobre el estado actual de la cultura en España para hacerse una idea del preocupante panorama retratado. Esta realidad se materializa en la dificultad que encuentran las entidades, tanto públicas como privadas para cristalizar ofertas y acciones culturales por la falta de apoyo económico y, por qué no decirlo, por la escasez de iniciativas creativas e innovadoras. Se echa en falta una necesaria apuesta por los procesos creativos frente a otra de las amenazas del sector cultural, el inmovilismo.

Otro efecto que esta situación está produciendo, especialmente en Canarias donde el coste de la insularidad supone una dificultad añadida, es la fuga de talento. Ante las escasas oportunidades de realización profesional muchos jóvenes se ven en la obligación de salir de nuestras islas para poder desarrollar su habilidad creativa, logrando en muchas ocasiones reconocimiento a su valor artístico en el exterior. Es algo que no nos podemos permitir y que podemos evitar con la implicación pública y privada en la creación de sinergias que permitan abordar desde la colectividad una propuesta viable.

En definitiva, los palos en la rueda de la carreta, se convierten en “palos de ciego” cuando se trata de poner en marcha soluciones. La reflexión puede ser un buen punto de arranque para transformar esos palos en báculos que nos permitan apoyarnos y marcar el camino hacia la búsqueda de soluciones colectivas.

Según el último Anuario de Estadísticas Culturales publicado en noviembre de 2015 por el Ministerio de Educación, Cultura y Deportes, en 2014 existían algo más de 511 mil personas con empleo cultural (3% del total de empleo en España) y cerca de 108 mil empresas del sector cultural (3’5% de las empresas según el INE). El mismo registro apuntaba a una media de 260 euros por persona en consumo de bienes y servicios culturales.

Las cifras hablan por sí solas y aun bajo la disminución progresiva de las mismas, son lo suficientemente contundentes como para tenerlas en cuenta y reflexionar sobre la importancia de mejorar las inversiones en este sentido. La cultura como elemento dinamizador de la economía y del empleo es indiscutible. Sin hablar del valor añadido que ello supondría a la pujante industria turística de Canarias.

El reto al que nos enfrentamos las entidades locales en este sentido conlleva dos líneas de intervención cultural, que deben caminar de la mano y compartiendo esfuerzos de manera ecuánime. De una parte, instaurar el acceso a la cultura como derecho de la ciudadanía (Artículo 44 de la Constitución) a través de acciones que faciliten su integración como una opción de enriquecimiento personal y social asequible y al alcance de todos. Por otra parte, y no menos relevante, debemos dirigir los esfuerzos a recordar que la sostenibilidad del tejido económico tiene en el sector cultural un pilar a fortalecer y desarrollar. Se trata, en pocas palabras, de huir de la demagogia, ponerse manos a la obra y dejar de considerar la cultura como un elemento ornamental. Somos cultura, nos hace crecer, y nos identifica como país y nos debemos a ella. Hoy más que nunca, necesitamos ese espíritu crítico que la cultura nos brinda.

Julio Ojeda, concejal de Cultura y Vivienda del Ayuntamiento de Santa Lucía de Tirajana

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