A seis años del surgimiento del 15M
A mitad de mayo se cumplen seis años desde que en 2011 surgió el 15M, un fenómeno cívico caracterizado, sobretodo, porque múltiples ciudadanas y ciudadanos de a pié ocuparon pacíficamente las plazas de varias ciudades de España. Ésta fue una iniciativa política espontánea y novedosa que se originó en plena depresión económica, en medio de una profunda crisis del actual modelo de gobierno y en vísperas de unas elecciones políticas.
Aquel año, se habían convocado para el día 15 de mayo manifestaciones de protesta por parte de actores no convencionales. Ni las organizaciones políticas o sindicales con implantación mayoritaria eran las principales protagonistas. Gracias a las nuevas tecnologías y herramientas de comunicación, varias plataformas online de personas anónimas -como Democracia Real o Estado de Malestar- eran las que, tras un tiempo de extenderse por las redes, estaban proponiendo encuentros presenciales y acciones de repulsa y reivindicación. Y pasó lo que nadie esperaba. En muchas de las plazas donde habían concluido las manifestaciones, hubo gente que se quedó a pasar la noche y, a la mañana siguiente ¡Se tomaron las plazas!
En sociedades como las nuestras donde las manifestaciones públicas están programadas y determinadas, la emergencia espontanea de este movimiento es lo que, en primera instancia, lo hizo extraordinario. Y, así mismo, el que se nutriera de todo tipo de personas, pues las plazas están concebidas para el libre acceso, lo que dio a los encuentros una gran pluralidad. Y, del mismo modo, el que la participación en ellos fuera a título personal, lo que permitió una enorme cantidad de perspectivas y propuestas. Lo que llegó a ocurrir en las plazas, pacíficamente “tomadas”, fue extraordinario: grupos de contraste de ideas y asambleas a diario, talleres y actividades de todo tipo, gente acampada en la plaza e intendencia para pasar los días, concentraciones, caceroladas, manifestaciones… Y gente, gente de todas las edades y durante todo el día compartiendo, discrepando, consensuando.
Las permanencias en las plazas fueron flores de primavera: unas duraron más que otras. Fueron muy diferentes en plasmaciones y las de las ciudades más grandes llegaron a ser extraordinarias en experiencias, contenidos e influencias. Junto a otras, la de la Puerta de Sol en Madrid fue ocasión para una explosión de creatividad y conciencia cívica sin precedentes. También en el Parque de San Telmo de la capital gran canaria y en otras plazas dentro y fuera de ella, se arremolinaron esos vientos de liberación y cambio, buscando alternativas a la corrupción política, el materialismo económico y la insolidaridad, y pugnando por la profundización democrática y otro mundo posible.
Esta novedad y sobreabundancia hizo dificultoso definir el movimiento de “los indignados”, por lo que terminó adoptándose, como toda denominación, la fecha de su inicio: el 15M. De hecho, muchos agentes sociales y políticos normalizados fueron sorprendidos por esta experiencia de protagonismo cívico y se mantuvieron escépticos o aprensivos con lo que estaba pasando, llegando, en ocasiones, a reducirlo a “movidas de perro-flautas”. No obstante, la ciudadanía, en general, lo acogió con simpatía y participó activamente en sus propuestas.
Más allá de sus certeros lemas, como “No nos representan” o “Le llaman Democracia y no lo es”, el 15M tuvo un fuerte impacto dentro y fuera de nuestra sociedad. Dio expresión a la indignación ante el neoliberalismo imperante, puso en la agenda política nuevas reivindicaciones y propuso modos nuevos de hacer democracia. Hoy, muchas entidades y personas se consideran continuadoras de este movimiento.
Este próximo fin de semana hay actos de conmemoración del 15M ¿Vienes a la plaza?