Dios, patria y rey
En los últimos tiempos, con motivo del proceso catalán, algunos partidos han pasado a autodenominarse constitucionalistas, de forma muy interesada, colocando al resto fuera de los límites constitucionales. Pretenden patrimonializar la Constitución.
Tanto el PP como el PSOE, y la muleta de ambos, Ciutadans, que cuentan siempre con el inestimable apoyo de Coalición Canaria cuando han gobernado, han incumplido reiteradamente la Constitución (vivienda, educación, sanidad, dependencia, empleo, igualdad…), bajo cuyo paraguas se refugian ahora, utilizándola como arma arrojadiza contra los que nos oponemos a sus tropelías, como es el caso de Podemos.
Al autodenominado bloque constitucionalista le interesan especialmente unos pocos artículos, que a la postre son: el artículo 2, sobre la unidad patria; el articulo 8 sobre el ejército, el 135 para poner el país a los pies de los bancos y priorizar el pago de la deuda y el 155 para aplicarlo de forma espúrea y bastante heterodoxa contra los sectores independentistas catalanes. El resto del articulado, cuyo cumplimiento reclama Podemos, como la vivienda, el empleo, las pensiones, la educación, la sanidad, la dependencia, a este bloque les importa muy poco y buenas pruebas de ello están dando con sus múltiples ataques a lo que resta del Estado del Bienestar.
La derecha del PP-C’s, junto con sectores de la justicia y el resto de poderes fácticos se han envalentonado. Y, ya puestos, quisieran recentralizar el Estado, hacen leyes para recortar derechos y libertades, legislan en favor de los poderosos atacando los derechos de los sectores más débiles, como es el caso de las personas jubiladas y pensionistas.
En esta carrera desenfrenada hacia la extrema derecha, que tanto predicamento tiene en otros países europeos, usan el mensaje xenófobo contra los refugiados y en consecuencia desarrollan sus políticas de no acogida, de vallas y concertinas.
No obstante, la guinda al pastel llega en las últimas fechas con la educación, por la que se niegan a apostar en tanto que servicio público, de titularidad pública, y que a coste cero pretenden impregnar de su ideología reaccionaria.
No sólo son incapaces de llevar adelante un pacto educativo, sino que contraatacan en la línea que hace años inició la ínclita Esperanza Aguirre cuando hablaba de “españolizar a los niños catalanes”; pues ahora su partido pretende uniformar al conjunto de la población escolar con su catecismo sobre los valores de Dios, Patria y Rey, haciéndonos retroceder más de medio siglo a pleno franquismo, cuando la ideología imperante se inoculaba en vena, a través de todos los textos escolares.
Ahora quieren hablar de educación en valores, exaltando el ejército, los valores patrios más rancios, a un rey impuesto, el himno, la indisoluble unidad patria, que tantos réditos les está dando entre algunos sectores de la población empobrecida, ninguneada, sin empleo o con salarios de miseria, con pensiones que no permiten salir de la zona de exclusión social, con recortes en sanidad, educación y dependencia, con miedo, con mucho miedo ¿miedo a perder qué? Esos son los valores con los que quieren uniformar a la población escolar.
Si quieren educar en valores universales, hay magníficos principios de los que echar mano: libertad, igualdad, fraternidad, solidaridad, justicia, paz, declaración universal de los derechos humanos y carta de la tierra.
Más ciencia y menos doctrina. Más espíritus críticos y libres y menos adoctrinamiento.