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El tubo volcánico descubierto en La Aldea podría tener 14 millones de años

Maria del Mar Arévalo, consejera de Medio Ambiente del Cabildo de Gran Canaria
Maria del Mar Arévalo, consejera de Medio Ambiente del Cabildo de Gran Canaria

Gracias a un proyecto financiado por el Cabildo de Gran Canaria y que ha sido presentado este jueves por su presidente, José Miguel Bravo de Laguna, y por la consejera insular de Medio Ambiente y Emergencias, María del Mar Arévalo, la Reserva de la Biosfera de Gran Canaria acaba de desvelar uno de sus secretos más profundos: el tubo volcánico más antiguo de Canarias (y probablemente, uno de los más antiguos del mundo, según los expertos), en el que, además, ha aparecido una fauna sorprendente.

La antigüedad del tubo, localizado en una zona de difícil acceso entre los valles de Tasarte y Tasartico, en el municipio de La Aldea de San Nicolás, es de 14 millones de años (hasta ahora, se consideraba que el más antiguo de Canarias era el de Cueva del Llano, en Fuerteventura, con ‘solo’ un millón de años, edad límite de la mayoría de estas cavidades).

En su interior, donde la temperatura ronda los 24º C, pero la humedad llega al 94 por ciento, se han descubierto dos nuevas especies de invertebrados cavernícolas: un pequeño insecto completamente ciego (Symploce sp.n.) y una cochinilla despigmentada.

Además, sobre el suelo y entre las grietas, se han encontrado restos óseos de la extinta rata gigante de Gran Canaria (Canariomys tamarani), así como de conejos (Oryctolagus cuniculus), ratas comunes (Rattus sp.), lagartos gigantes de Gran Canaria (Gallotia stehlini) y ovicápridos, junto a, incluso, trozos de cerámica de origen supuestamente prehispánico.

Asimismo, la arcilla acumulada en algunos sectores de la cavidad podría contener polen de la flora que pobló la isla hace miles o millones de años, cuando sólo era un proyecto sobre el océano, lo que pone de manifiesto “el enorme potencial que para la investigación y el medio ambiente tiene no sólo esta cueva, que ha dejado muy sorprendidos a los expertos, sino la Reserva de la Biosfera de Gran Canaria en su conjunto”, según José Miguel Bravo de Laguna.

Impulso insular

A finales de 2011, biólogos de la Sociedad Entomológica Canaria Melansis tuvieron conocimiento de la existencia de la gruta gracias a la información facilitada por unos senderistas. Sin embargo, los mayores avances se han producido después de que, en enero de 2013, el Cabildo de Gran Canaria, a través de la Consejería de Medio Ambiente y Emergencias, que dirige María del Mar Arévalo, invirtiera algo más de 9.000 euros en un proyecto para la prospección de la cueva y la búsqueda en su interior de formas de vida adaptadas a la oscuridad absoluta denominado “Un mundo escondido: fauna hipogea de la Reserva de La Biosfera de Gran Canaria”.

Desde entonces, y junto a especialistas en espeleología, sus responsables han escudriñado la colada volcánica, no sólo en busca de nuevas especies, sino para trazar un mapa lo más preciso posible de este conjunto subterráneo.

Así, han determinado que la cueva principal tiene unos 35 metros de profundidad y que, en medio, presenta un jameo desde el que se accede a una segunda cavidad cuya longitud sí desconocen aún. De hecho, hay zonas tan estrechas que nunca han sido pisadas por el hombre y a las que, próximamente, entrará una cámara robotizada con la esperanza de seguir desvelando secretos tan interesantes como los hoy presentados.

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