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Sima de Jinámar

La bajada a la Sima de Jinámar abre el camino al primer sondeo arqueológico de la historia de este emblemático tubo volcánico

  • Antonio Morales considera que este día marcará un antes y después en la trayectoria de esta imponente oquedad
  • Ismael Pitti, expediciones arqueológicas verticales, encontró joyas, fotos y recuerdos
  • El fondo tiene 40 m2, sedimento, buen nivel de oxígeno, humedad y completa oscuridad

El primer descenso oficial a la Sima de Jinámar se produjo este jueves, 24 de septiembre, por fin de la mano del Consorcio de Emergencias de Gran Canaria con Ismael Pitti a la cabeza para elaborar un diagnóstico de riesgos y seguridad, paso previo a la formación que recibirá el arqueólogo Xabier Velasco para que pueda descender al fondo del tubo volcánico y acometer el primer sondeo arqueológico de la historia de este enclave, tal como se ha propuesto el Cabildo de Gran Canaria para llegar lo más lejos posible en cuanto a la recuperación de los restos humanos que alberga este impresionante accidente geológico.

El presidente del Cabildo, Antonio Morales, se trasladó a este recóndito punto de Telde con vistas al litoral por considerarlo un día que marcará un antes y después en la larga trayectoria de este misterioso lugar y con el deseo de que el sacrificio de quienes en él yacen, “sirva como lección histórica para los hombres y mujeres del futuro, para que sea el diálogo, el consenso y la democracia lo que marque el camino para construir el futuro, y no el odio y la violencia”, pronunció con esfuerzo Morales ante el sobrecogimiento de la ocasión.

El operativo comenzó a trabajar desde primera hora para desplegar todo el material necesario para la seguridad y anclaje del descenso, distribuido en cuatro escalones con y sin pared, ya que algunos tramos eran en “embolados”, y pertrechados con equipo de riesgo biológico.

El momento más esperado era el ascenso de Ismael Pitti, ya que dada su experiencia internacional en arqueología vertical, de los cinco que se introdujeron en la oquedad era el encargado de alcanzar el fondo e informar de su primera inspección ocular, además de tomar mediciones de interés para determinar si el sondeo arqueológico es posible.

“Encontré joyas, fotos y una maleta con recuerdos y juguetes de niños”, así como cadenas prendidas de las paredes, aparte de residuos y animales muertos, explicó a su salida el bombero, quien dijo que el descenso fue seguro, con diez anclajes con capacidad para soportar 2.200 kilos de peso cada uno sobre roca basáltica muy estable. A la mitad del tubo se pierde la luz natural y en la base, de unos 40 metros cuadrados, hay buen nivel de oxígeno (20,5), temperatura constante de 19 grados y alta humedad. No detectó gases en ningún momento.

El sedimento es producto del arrastre de la lluvia, ocupa sobre todo la pendiente del último tercio, donde el tubo deja de ser totalmente vertical, y en el fondo está colmatado, pero no tan solidificado como para que no pueda ser removido, algo que competerá al arqueólogo Xabier Velasco, quien deseoso de poder bajar por fin, se mantuvo pendiente del ascenso junto al consejero de Presidencia, Teodoro Sosa, el consejero presidente del Consorcio, Pedro Justo, la consejera de Igualdad, Sara Ramírez, y el director del Gabinete del Presidente, Marino Alduán.

El trabajo se realizó, además, con los criterios marca la Unesco, de manera que los anclajes y cualquier material utilizado fue retirado por el último bombero que ascendió y, comprobadas las condiciones del espacio, abre la puerta a la ansiada expedición arqueológica para retirar el sedimento, si bien no se sabe cuántos metros de altura ha alcanzado en los últimos 80 años, mucho menos desde que fueron arrojados 13 frailes franciscanos allá por 1400.

Desde la época aborigen hasta la actualidad

Las simas son profundos pozos formados a partir de una fisura o grieta que suele comunicar la superficie con corrientes o cavernas subterráneas. La de Jinámar, formada por una emisión volcánica que irrumpió en una bolsa de agua cuyo vapor generó la oquedad, goza de la máxima protección desde que en 1996 fue declarada Bien de Interés Cultural como Sitio Histórico.

Se trata de una chimenea volcánica de 80 metros de profundidad de gran interés geológico y entomológico que enlazar la superficie con las entrañas de la tierra y conecta el remoto pasado Gran Canaria con su legado histórico más reciente. La tercera conexión, la que aún permanece en la memoria colectiva y que resulta una de las más intrigantes, la que lo une al mar, ha sido sin embargo descargada por los geólogos.

Las primeras referencias del lugar están recogidas en fuentes etnohistóricas, es decir, crónicas y relatos, además de varios autores que sitúan el primer episodio de lanzamiento de personas en 1393, cuando los isleños arrojaron a la Sima a trece frailes franciscanos mallorquines acusados de connivencia con las continuas agresiones de los navegantes europeos y porque observaban que no les faltaba alimento mientras la población pasaba hambruna. Juan de Abreu Galindo, franciscano andaluz, fue quien introdujo la leyenda de que el tubo volcánico comunicaba con el mar.

Ya en el siglo XIX, Gregorio Chil y Naranjo explica que con tiempo sereno y aprovechando la pleamar, puso el oído en los bordes del tubo para descubrir si desde el fondo subía algún murmullo que le indicase la entrada del mar en aquellas profundidades. “Pero ni el menor indicio de ello he percibido en las varias veces que he repetido la experiencia”.

La Sima de Jinámar ha sido protagonista también de una de las páginas más negras de la historia reciente de Canarias, pues sirvió como lugar para el asesinato extrajudicial y arrojo de un indeterminado número de personas durante la represión que siguió a la sublevación militar del 18 de julio de 1936 y que básicamente tuvo como objetivos a dirigentes sindicales y afiliados de las organizaciones republicanas.

La veracidad de estas noticias queda atestiguada por los restos humanos recuperados de la Sima de Jinámar en distintos momentos custodiados en el Museo Canario, entre ellos un frontal con el impacto de un disparo. También respaldan estos hechos testimonios orales recogidos en trabajos de investigación sobre la represión franquista publicados en los últimos años.

Desde que fueron arrojados los franciscanos, pasando por la represión y la primera constatación de que había cuerpos en 1976, hasta los últimos restos levantados con ocasión de la investigación de la Guardia Civil para esclarecer las desapariciones de Yeremi Vargas y Sara Morales, y según el acervo popular incluso precipitaciones posteriores, lo cierto es que no se sabe los restos de cuántas personas contiene el tubo volcánico.

Actuaciones

A petición de la una de las asociaciones de memoria histórica de Gran Canaria, explicó Velázquez, el Cabildo seleccionó muestras óseas del Museo Canario con ADN de cinco personas analizado en el laboratorio de genética forense de la ULPGC, si bien su cotejo con las pocas muestras de familiares disponibles no proporcionó ninguna identificación.

En 2012 delimitó con tensores la boca de caída al tubo e instaló un panel informativo que convive con una cruz que se estima que fue colocada en los años 70, desde cuando cada 1 de noviembre se produce en el lugar un homenaje a las víctimas que allí yacen.

Las asociaciones de memoria histórica han mostrado públicamente su deseo de que se recuperen los restos de los represaliados del fondo de la Sima, una empresa que el Cabildo ha propuesto acometer, tal como hizo en el Pozo de Tenoya, si bien la complejidad en este caso es muy superior, pero afrontará el reto con la ilusión de poder llevarlo a buen término en pro de la convivencia, la justicia y la garantía de no repetición.

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