La isla que nos merecemos
Los pueblos tenemos derecho a soñar para transformar la realidad. Eleanor Roosevelt nos dejó escrito que “el futuro les pertenece a quienes creen en la belleza de los sueños”. Creo que Gran Canaria participa hoy de un hermoso sueño colectivo de futuro.
Debo afirmar con rotundidad que Gran Canaria está en el camino de una transformación crucial: social, económica, de autoafirmación… Hace cuatro años por estas fechas hablábamos de la Gran Canaria que podría ser. Nos imaginábamos una isla que fuera referencia mundial en el desarrollo de energías renovables, que convirtiera su riqueza natural, única en el mundo, en un factor de desarrollo, protegiéndola y garantizando su conservación. Deseábamos un territorio que se rebelara contra la pobreza y la desigualdad lacerantes, que avanzara hacia la soberanía alimentaria apostando por nuestro sector primario. Queríamos una isla de vanguardia que apostara por la gobernanza inteligente, la investigación, el conocimiento, la economía azul, la economía circular, la industria y el comercio que impulsan nuestras pymes, la cultura, el deporte, la movilidad y el turismo sostenible…
Aspirábamos a tener una Gran Canaria participativa, que aprovechara la inmensa inteligencia colectiva de su gente. La queríamos comprometida contra el machismo y por la igualdad. Con valores democráticos en tiempos de incertidumbre. Con la defensa de sus intereses frente a intereses cortoplacistas y egoístas, frente a marginaciones orquestadas.
Hoy todo eso que imaginábamos forma parte sustancial de un proyecto de cambio que está en marcha. Porque, gracias a la histórica movilización de la ciudadanía de Gran Canaria, llevamos 4 años construyendo la isla que anhelamos, la Gran Canaria que nos merecemos. Me emocionó el lunes pasado el sumiller Mario Reyes cuando en el acto del descorche de la cosecha del 2018 de los vinos de Gran Canaria afirmó que “este Cabildo sabe lo que quiere para esta isla cuando sea mayor”. Esta frase dice muchísimo: habla de ideas claras, de amor y preocupación… no es fácil decir tanto de una manera tan sencilla…
Durante este mandato hemos centrado nuestros esfuerzos en sentar las bases de la transformación de nuestra isla. Y hemos avanzado mucho en todas y cada una de las áreas de gobierno. Es imposible hacer aquí un repaso general por todas y cada una de ellas y no pretendo aburrirles. Pero déjenme comentarles muy rápidamente algunas cosas pensando en lo que nos queda por alcanzar. Es el fruto de un trabajo honesto en los planteamientos, honrado en la gestión, eficiente en la administración de los recursos y que nos ha permitido poner en marcha un ambicioso plan de inversiones de más de 900 millones de euros o crear más de 40.000 puestos de trabajo apoyados en iniciativas públicas o casi 1.500 nuevas camas sociosanitarias para la isla
Nuestra apuesta por la diversificación de la economía la hemos hecho mediante un importante esfuerzo para dinamizar nuevos sectores productivos, apostando por la innovación y la experimentación que han permitido contratar nuevos talentos en diversos proyectos puestos en marcha de manera conjunta con centros de investigación y con la universidad y que hoy estarían por esos mundos de dios, desperdiciándose parte de nuestra inteligencia colectiva como base para construir nuestro futuro.
Las energías renovables son el núcleo llamado a convertirnos en una economía dinámica, innovadora y moderna. Creo que no es necesario insistir en la enorme riqueza que tenemos acumulada en nuestro territorio. No hay prácticamente una sola fuente de energía renovable con la que no estemos contando, y muchas veces he explicado los datos y los proyectos que están haciendo posible que nuestra isla se convierta en referencia y modelo de la transición energética, como ya hicimos en la Comarca del Sureste en las últimas décadas. Pero no dejo de pensar que tenemos el reto de ir más allá: conseguir que algún día, las azoteas de cada una de nuestras casas y edificios públicos puedan ser una inmensa fuente de energía, y que todos nos beneficiemos de lo que es de todos. Democratizar la energía es nuestro gran objetivo y ya está en marcha ese proceso imparable. Si no fuera por nosotros la regasificadora o el gas ciudad ya estaría presente en nuestra isla.
La lucha contra el cambio climático no es una opción política: es una necesidad de supervivencia. Por eso desde el Cabildo hemos hecho todo lo que estaba en nuestra mano para combatir y mitigar sus efectos. No ha habido institución en estas islas que haya hecho tanto como nosotros, porque el cambio climático no es algo que esté por llegar, sino que está sucediendo ya. Y lo padecemos con la deforestación, el aumento del nivel del mar, la contaminación, los incendios forestales, las inundaciones… Afecta a nuestra salud y nuestro bienestar. Por eso tenemos por delante todavía mucho que hacer, entre otras cosas contribuir decididamente a erradicar los plásticos que contaminan nuestros mares y costas, reduciendo el consumo de envases y bolsas de plástico, aumentando la reutilización y el reciclaje. El cambio climático es una emergencia ecológica y social, pero también una oportunidad para avanzar hacia la ecoisla que queremos.
Nuestro paisaje y nuestra biodiversidad son, con toda seguridad, importantes activos para nuestro pueblo. La defensa del territorio es un aspecto central de nuestra política. Hay pocos aspectos que puedan ayudar tanto a transformar nuestra isla como la capacidad de gestionar de manera sostenible el rico patrimonio natural que tenemos, o producir una parte importante de lo que comemos y de la energía que necesitamos o el agua que consumimos, de manera sostenible y renovable. Nuestra política de soberanía alimentaria es conservación del medio, dado que una agricultura diversificada y centrada en los productos autóctonos es la mejor manera de conservar y rehabilitar el paisaje. Es sostenibilidad, ya que el consumo de cercanía ahorrará miles de toneladas de emisiones de gases contaminantes.
Pero nuestro paisaje es también identidad. Memoria colectiva y construcción de futuro. Un pueblo sin identidad, sin memoria, es un pueblo sin futuro. Y la nuestra es una identidad mestiza, abierta, una cultura forjada entre tres continentes, acogedora, tolerante y respetuosa. Defender nuestra identidad como pueblo es defender nuestros valores democráticos y de convivencia, ser un territorio de entendimiento entre generaciones y culturas.
Vivimos momentos difíciles, en los que muchos de los avances democráticos que dábamos por alcanzados están siendo puestos en cuestión. La extrema derecha avanza en todos los países de Europa. Como grancanarios y grancanarias debemos mostrar nuestro orgullo por nuestro modelo de convivencia. Y nuestra posición, sin ambigüedades, es la de defender la democracia frente a quiénes pretenden destruirla sembrando el odio.
Y en esta defensa de la democracia están jugando un papel fundamental las mujeres y el feminismo como motor de cambios profundos. Son un faro que nos alumbra el camino y que nos enseña que no es sostenible una sociedad que margina a la mitad de su población. Las instituciones públicas y los gobiernos deben escuchar el clamor de las que reclaman sus derechos largamente negados e introducir la perspectiva de género de manera transversal en todas sus actuaciones. Hemos tenido un compromiso inequívoco y una voz propia para convertir a Gran Canaria en una isla igualitaria en todos los ámbitos, que luche con firmeza contra la discriminación por razón de sexo, orientación sexual o identidad de género.
Nuestro proyecto de cambio no es posible si no es capaz de conseguir avanzar en la erradicación de la pobreza, la exclusión y la precariedad. Este Cabildo ha invertido más que nunca en su historia en políticas sociales o en vivienda. Hemos puesto en marcha acciones y planes como nunca hasta ahora se había hecho, pero sobre todo hemos hecho algo que me parece muy importante: hemos visibilizado a los invisibles, a los invisibilizados, los hemos escuchado y los hemos apoyado en su lucha por el reconocimiento y por sus derechos, mostrando que la realidad de nuestra isla tiene que incluirnos a todos y a todas. Nuestra idea de ecoisla no tiene sentido sin el bienestar y la inclusión de todas las personas. Y queda mucho por conseguir.
Por todo esto, defender Gran Canaria no es insularismo, tal y como algunos pretenden hacernos creer. Defender Gran Canaria es defender nuestro derecho a construir un proyecto colectivo que está convirtiendo nuestra isla en una tierra de oportunidades para la mayoría. Y en esto no vamos a ceder ni un milímetro, porque no nos podemos permitir volver al pasado. Tenemos derecho a defender nuestro futuro, y en eso vamos a ser irreductibles, como hasta ahora. Nos tildan de insularistas, quienes quieren evitar que esta isla sea referencia dentro de una Canarias mejor, las islas que nos merecemos.
Nuestra principal promesa para este nuevo período es dar continuidad al trabajo realizado, porque cuatro años no bastan y porque Gran Canaria necesita un periodo de estabilidad y progreso continuado que nos permita afianzar los logros conseguidos hasta el momento. Sabemos que no nos lo van a poner fácil. Si algo hemos aprendido en estos cuatro años de gobierno es que el cambio que queremos se enfrenta a enormes resistencias de quienes quieren seguir con sus políticas manteniendo a Gran Canaria y a Canarias a la cola de todos los índices de paro, pobreza, exclusión, sanidad, educación, dependencia… Y están atacando con todo lo que tienen. Poderes mediáticos, empresariales y políticos (haciendo de muletilla o se cambiándose de chaqueta) que defienden un modelo caduco, clientelar, insostenible… No vamos a confiarnos ni vamos a subestimar a lo que nos enfrentamos. Lo llevamos padeciendo en estos cuatro años pero aquí estamos.
Hemos avanzado y hemos sentado las bases sólidas del cambio, pero queda aún camino por recorrer y metas por alcanzar. Cuatro años son insuficientes, y no vamos a conformarnos. Necesitamos tiempo, necesitamos continuidad, porque esto no ha hecho sino comenzar. Todavía hay mucho por hacer, porque todavía hay mucha gente a lo largo y ancho de nuestra isla que aspira a mejorar su vida y la de las generaciones futuras, y cuenta con nosotros para conseguirlo.
Nada de lo que hemos conseguido en estos cuatro años habría sido posible y tendría sentido, si no hubiera contado con el respaldo y la participación activa de amplios sectores de la sociedad de la isla. La ecoisla que está en marcha es sobre todo un nuevo contrato social, basado en una aspiración colectiva: queremos vivir en una isla mejor, y queremos que nuestros hijos e hijas vivan en una isla mejor, en una Canarias mejor.
Quiero terminar con una frase de César Manrique, genio canario y universal, ahora que estamos celebrando el centenario de su nacimiento, que resume perfectamente la idea que nos inspira: «Vivimos tan corto espacio de tiempo sobre este planeta que cada uno de nuestros pasos debe estar encaminado a construir más y más el espacio soñado de la utopía. Construyámoslo conjuntamente: es la única manera de hacerlo posible».