La ITV Turística
Los destinos que como el nuestro se encuentran en fase de madurez y relanzamiento, según la Teoría de los Ciclos de Vida de los Destinos Turísticos del profesor Richard Butler, están obligados a poner al día sus infraestructuras turísticas tanto públicas como privadas y lo que es más importante, mantener unos altos niveles de calidad para ser competitivos ante destinos emergentes mucho más modernos y baratos.
Pero estos niveles mínimos de calidad, que por lo general vienen recogidos en la actual legalidad vigente, en materia constructiva, energética, de salubridad o sostenibilidad, no pueden ni deben dejar de ser controlados periódicamente con el fin de que se mantengan a lo largo de la vida efectiva de la infraestructura, por lo que se impone un sistema parecido al de la Inspección Técnica de Vehículos, es decir inspecciones periódicas cuya frecuencia dependa de la antigüedad de la unidad turística, sea alojativa, de servicios, de hostelería, de ocio, de transporte o de infraestructura pública.
El modelo es exactamente el que funciona en las ITV, unas empresas acreditadas por la Administración que certifiquen que las unidades turísticas cumplen con una serie de parámetros técnicos y profesionales previamente fijados, algo así como las certificaciones de calidad, pero oficiales, obligatorias y con una periodicidad establecida por ley, es decir que no se puede dejar caer a niveles mínimos de mantenimiento una unidad turística, porque se le retira la licencia de actividad en el sector.
Con una herramienta como la que estamos comentando, seguro que no se hubiera llegado a la situación en la que se encuentran algunos de nuestros principales destinos turísticos.
No se puede dejar en manos de los interesados los niveles de conservación y funcionamiento de las estructuras turísticas porque el abandono y la dejadez de unos pocos, perjudica gravemente al destino en general, pudiendo acarrear situaciones de difícil solución como se está viendo en algunas de nuestras principales zonas turísticas.
Canarias tiene técnicos cualificados y empresas punteras capaces de asumir estas competencias, cuya implementación sería un extraordinario aporte a nuestra imagen de destino de calidad, competitivo y moderno.
Ahora, solo necesitamos que alguna autoridad competente en la materia, incluya entre sus iniciativas legislativas próximas, una ley que contemple y desarrolle los términos de esta actividad, que sin lugar a dudas aportaría mucho a nuestro sector turístico y nos evitaría quebraderos de cabeza y situaciones que pueden llegar a ser lamentablemente irreversibles. Piénsenlo.
José Maria Barrientos, emprendedor en turismo y ocio