La Ponencia Técnica de Patrimonio Cultural de Canarias informa favorablemente la declaración de BIC para los Ranchos de Ánimas de Gran Canaria
El procedimiento fue iniciado en 2017 por iniciativa de los ayuntamientos de Teror, Valsequillo y La Aldea de San Nicolás
El origen de estas manifestaciones culturales dedicadas a la muerte y los espacios de transición como el purgatorio, se remonta a los siglos XVI y XVII
Gran Canaria, 9 de octubre de 2024. El pasado 15 de octubre, la Ponencia Técnica de la Dirección General de Patrimonio Cultural del Gobierno de Canarias, abordó el expediente para la declaración de Bien de Interés de los Ranchos de Ánimas de Arbejales (Teror), Valsequillo y La Aldea de San Nicolás, obteniendo un dictamen favorable por unanimidad de este órgano. La documentación, elaborada por el servicio de Patrimonio dependiente de la Consejería de Presidencia del Cabildo de Gran Canaria que dirige Teodoro Sosa.
Desde el año 2017, y con iniciativas de los Ayuntamientos de estas tres localidades de la isla y el Cabildo, se viene trabajando para el reconocimiento de la máxima figura que contiene la ley (11/2019) del Patrimonio Cultural de Canarias, como Bien de Interés Cultural (Patrimonio Inmaterial) en el ámbito de Gran Canaria.
Este exponente de la cultura tradicional llega hasta el siglo XXI de mano de las comunidades portadoras y gracias al trabajo de los redactores de la Memoria que justifican los sobresalientes valores que exige la norma. Especialmente destacan los trabajos de Roberto Suárez y Oscar Vizcaíno, como especialistas que han venido investigando y apoyando la continuidad y atributos culturales de los Ranchos de Ánimas.
Desde el Cabildo de Gran Canaria y los Ayuntamientos de estos tres municipios, se avanzó y culminaron los trámites de incoación del expediente, y ahora con la aprobación de la Ponencia Técnica del Gobierno, tan sólo falta el acuerdo del Consejo Regional de Patrimonio Histórico para hacer BIC a los tres Ranchos.
Orígenes de los ranchos
El origen se remonta al siglo XVI y XVII, aunque en muchos casos se desconoce el momento exacto de su fundación o creación, manteniéndose activa sólo en Gran Canaria, vinculada al universo de las creencias antiguas del cristianismo y de tradiciones paganas mediterráneas e incluso se supuestas reminiscencias aborígenes, dedicado al culto a las ánimas; siendo una manifestación ecléctica del significado de la muerte y los espacios de transición como el Purgatorio del imaginario religioso cristiano.
Los Ranchos, que mantienen vivo un universo de comunicación entre los dos mundos que nos acerca a otra cosmovisión de relación entre la vida en la tierra, la memoria emocional y la gestión del recuerdo a partir de la muerte, sus expresiones simbólicas y cargas religiosas. La recogida de dinero y el recorrido musical que se adentra en las casas de la comunidad funciona como mecanismo de cohesión grupal, de refuerzo de los vínculos de parentesco, vecindad y de creencias que se da entre quienes protagonizan los rituales del Rancho y quienes lo hacen como contribuyentes económicos y espirituales para la que la tradición permanezca.
Las salidas se concentran entre las festividades de Santa Lucía, hasta pasada la Candelaria, durante unos doce sábados, que representan un tiempo donde el ritual conecta con la cosmovisión del campesino tradicional y su relación con el ciclo del año, en un bucle que marca un tiempo de trabajo determinado por las estaciones del tiempo de la vida y de la cosecha, que conforma ciclos vitales.
Estas salidas cuentan con una representación estructurada en la que participan: Ranchero mayor, cantadores de adelante, respondedores, tocadores y mochiler.
Dentro del conjunto de expresiones destaca el patrimonio sonoro que envuelve las salidas de los Ranchos, con coplas y deshechas, pero también de instrumentos en especial los de percusión como el triángulo, la espada o el pandero ritual y su timbre metálico.
Sin duda, estamos ante uno de los bienes intangibles del patrimonio cultural de Gran Canaria, y reconocerlo como BIC es un paso para darle la importancia que merece e intentar que permanezca como una construcción de la Memoria Viva y colectiva de esta Isla.