Seamos valientes
La llegada sin previo aviso de la pandemia del COVID-19 está provocando que nuestra tierra se sitúe frente al espejo y evidencie sus deficiencias y fortalezas en lo económico, en lo político y en lo social.
En Canarias, desde el momento en el que se detectó el primer caso, su Gobierno actuó con diligencia y responsabilidad. La firmeza en las medidas tomadas en esos primeros momentos fue determinante para que la pandemia no se extendiera de forma tan exacerbada como en otros territorios de nuestro país. Y a esto se le añade que, esta vez, nuestra geografía ha jugado a favor para que en varias de las islas de muestro archipiélago apenas existieran contagios y remitieran rápidamente.
La realidad ha evidenciado carencias en los elementos esenciales del Estado de Bienestar, en el que la Sanidad Pública como primera línea de batalla contra la pandemia refleja la necesidad de blindar este servicio tanto en su sistema, como en recursos materiales, medios tecnológicos e innovación, como en la estabilidad laboral del personal sanitario.
Nunca antes se evidenció tanto como lo público era y es la única manera de contener y combatir una crisis sanitaria como la que estamos viviendo y la única para garantizar los cuidados a la ciudadanía.
Queda claro que fortalecer los elementos para un completo desarrollo y cuidado de la ciudadanía como son la sanidad, la educación, los servicios sociales, la investigación científica y la administración pública son ejes fundamentales para el desarrollo económico y social de un país o región.
Y Canarias no es ajena a ello.
La economía real y en el mercado laboral son las principales protagonistas como afectadas de esta crisis sanitaria.
Esta pandemia ha traído consigo un desequilibrio de ingresos. Por lo que las arcas públicas, se ven seriamente afectadas. La razón no es otra que la falta de actividad económica, fundamentalmente en actividades productivas donde se concentra la inmensa mayoría de trabajo precarizado en nuestra tierra, como es el Turismo y Servicios dependientes de él.
En menor medida la irrupción forzada del teletrabajo ha tenido incidencia sobre todo en el sector de la administración pública, docencia o sectores más de capital humano y tecnológicos, muy poco desarrollados en nuestro archipiélago. Además, corresponde a un sector menos expuesto a riesgos económicos y laborales frente a otros sectores menos protegidos.
Nos encontramos ante grandes retos en el presente y en un futuro inmediato. Pero también ante la oportunidad de apostar por la transformación política, social y económica que necesita nuestra tierra para afrontar una nueva era.
Para que podamos transformar política, social y económicamente a Canarias es imprescindible poner en la agenda un replanteamiento de las políticas llevadas a cabo hasta ahora y fortalecer los pilares del Estado de Bienestar en todos los ámbitos y a todos los niveles: Canarias, España y Europa.
Comenzando por una política fiscal más redistributiva, que proteja a quienes más lo necesitan y no como hasta ahora que ha protegido mejor a unos pocos que menos lo necesitaban.
Esto debe traducirse en fuertes políticas públicas. De lo contrario, la gran marea que trae este tsunami afectará a un gran parte de nuestra gente, sobre todo a mujeres y jóvenes menores de 35 años. Y en esta ocasión, el golpe será muy duro, durísimo y necesitaremos varias décadas para poder recuperarnos.
Nos enfrentamos a una gravísima emergencia económica y social que debe ser abordada con acción directa y con energía. Nuestro pueblo exige un gobierno que dirija y sea firme en sus medidas a aplicar.
Seamos valientes; hagamos lo mejor para nuestra tierra y nuestra gente.