Un modelo de empleo para seguir avanzando
Siempre hemos escuchado que para acceder al mercado laboral es fundamental la formación. También se ha repetido mucho que tenemos la generación más formada de la historia. Sin embargo Canarias sigue estando entre las comunidades autónomas con mayor desempleo, y sobre todo con un alto porcentaje de desempleo juvenil. Estas contradicciones nos indican que no podemos seguir dando las mismas respuestas cuando la situación ha cambiado.
Con la llegada del turismo a partir de la segunda mitad del siglo pasado la evolución de la economía canaria no siguió los parámetros de los países occidentales. El mercado laboral de Canarias pasó del sector primario al sector servicios, sin haber desarrollado un sector industrial. Se siguió nuestro modelo histórico, la sucesión de monocultivos, aunque en esta ocasión no pasamos a otro monocultivo agrícola sino al turismo.
Solemos hablar del turismo, pero en realidad en las últimas décadas no ha habido monopolio, sino el duopolio turismo-construcción. Estos dos sectores y el comercio absorbieron la mayor parte la población activa. El crecimiento de estos sectores fue muy rápido y se creó mucho empleo no especializado, que no requería formación. Muchos jóvenes abandonaron los estudios porque podían ganar buenos sueldos en trabajos que no requerían titulación académica.
La crisis financiera que comenzó en 2007 afectó en Canarias sobre todo al sector de la construcción, al empleo directo y al indirecto. De la noche a la mañana se vieron en la calle miles de trabajadores y trabajadoras. Muchos jóvenes volvieron a los estudios que habían dejado a medias, pero la mayoría de los desempleados se vieron (en el mejor de los casos) con unos ingresos por desempleo con fecha de caducidad y unas cargas familiares (hipoteca o alquiler, gastos escolares…) a las que había que hacer frente. También en los ayuntamientos hemos sufrido una bajada importante de los ingresos, el Estado nos ha recortado la financiación y además aprobó la llamada Ley de Racionalización de las Administración Local que supuso un intento de desmantelar el Estado de Bienestar a base de quitar recursos y margen de maniobra para las políticas sociales a los ayuntamientos.
Sin posibilidad de hacer contrataciones, hemos tenido que recurrir a los convenios de empleo con otras instituciones. Se decidió reducir la duración de los convenios para dar la oportunidad de un trabajo temporal a más gente. Pero llegamos a entrar en un círculo vicioso: personas sin formación tienen trabajo no cualificado durante un tiempo corto y luego vuelven a depender de las ayudas sociales. La salida y la meta en el mismo lugar.
Por eso en el Ayuntamiento de Santa Lucía apostamos por cambiar algo las cosas. Planteamos la combinación trabajo y formación. La parábola de la pesca y la caña, si alguien necesita comida darle comida no soluciona el problema a largo plazo. Es mejor promover su autonomía, darle herramientas (la caña) y formación para que pueda pescar cuando lo necesite. Por eso hemos promovido convenios de empleo en los que se combina el trabajo con formación, las horas lectivas se cuantifican dentro del horario laboral. Cuando acaba el convenio no solo se sale con más conocimientos o certificados bajo el brazo, sino también con el compromiso renovado de continuar, de romper el ciclo, con la certeza de que cambiar tu presente y futuro depende también de ti.
Dentro de nuestras limitaciones presupuestarias intentamos que ese trabajo temporal no sirva solo para solucionar el problema inmediato de la necesidad de ingresos familiares, queremos que los convenios de empleo también sirvan para romper el terrible círculo de desempleo-trabajo temporal sin cualificación-desempleo- ayudas sociales. Sabemos que lo ideal sería que tanto en el sector público como en el privado se cree empleo de calidad. También tenemos claro que la economía canaria debe diversificarse, hay que cambiar este modelo económico dependiente casi exclusivamente del turismo, hay que apostar más por I+D+i, por las energías renovables, por buscar nuevos nichos de empleo… Pero dentro de los límites legales y de financiación que nos impone el gobierno estatal, consideramos que estos pequeños cambios mejoran lo que se había hecho hasta ahora. Ya sabemos que lo bueno es enemigo de lo mejor.