El daño del insularismo
El nacionalismo canario reconoce a la figura de Secundino Delgado como uno de sus fundadores. Secundino fue un hombre progresista que junto a José Cabrera Díaz (el fundador del Partido Nacionalista Canario) representan la primera etapa del nacionalismo canario vinculado a la emigración isleña en América. Después vino el Movimiento Canarias Libre a principios de los años 60 del siglo pasado. Con las primeras elecciones democráticas la Unión del Pueblo Canario se convirtió en la principal referencia institucional del nacionalismo de izquierdas.
En todas esas etapas, el nacionalismo canario siempre ha defendido la unidad de las islas, frente al pleito insular promovido por las burguesías de las islas capitalinas que solo ha tenido éxito electoral y expresión institucional con la creación de la Agrupación Tinerfeña de Independientes por los náufragos de la Unión de Centro Democrático. ATI se federó a partidos insularistas que se crearon en otras islas y constituyeron la Agrupación de Independientes de Canarias, que nunca logró representación institucional importante en Gran Canaria.
En Gran Canaria siempre ha predominado el nacionalismo frente al insularismo. Además de la UPC, en algunos ayuntamientos como Agüimes, Santa Lucía, Telde o Valsequillo lograron las alcaldías grupos independientes que venían del movimiento vecinal o colectivos culturales que apostaban por el nacionalismo progresista, que siempre ha defendido el autogobierno y la unidad de las islas. El 22 de junio de 1979 Roque Aguayro aprobó en el pleno del ayuntamiento de Agüimes una moción solicitando la constitución de la Comunidad Autónoma Canaria por la vía del artículo 151 de la Constitución (a la que se acogieron Euskadi, Cataluña, Galicia y Andalucía), pero desde la UCD (los padres del PP y de ATI-AIC) impusieron la vía lenta del artículo 143. Me inicié en la política canaria en Roque Aguayro y desde esa pequeña fuerza política hemos transformado Agüimes, pero también hemos defendido un discurso para Canarias basado en postulados progresistas y en la defensa de la unidad de las islas.
Otros se definen ahora nacionalistas pero su trayectoria política es claramente insularista y pleitista. Nadie se puede definir nacionalista canario y defender la desigualdad y el enfrentamiento entre las islas. Además de las desigualdades sociales, en Canarias sufrimos una grave desigualdad política: nuestro sistema electoral. El catedrático de Ciencias Políticas de la Universidad Autónoma de Madrid José Ramón Montero declaró hace unos días en el Diario de Avisos que el sistema electoral canario “es extravagante por su desigualdad extraordinaria en el valor del voto de ciudadanos que viven en islas diferentes”. Según Montero el sistema electoral canario “parece desnaturalizar por encima de lo tolerable el principio de igualdad de sufragio y rebasa los límites constitucionalmente admisibles”.
Los que se han beneficiado de este déficit democrático, Coalición Canaria, no van a cambiar un sistema que les beneficia. Y el colmo de esas políticas ultrainsularistas del todavía presidente Fernando Clavijo ha sido el intento de la aplicación de este sistema electoral a la propuesta de reparto de los fondos del antiguo IGTE (ahora llamados Fdcan) que ha provocado una crisis interna del Gobierno canario y una división sin precedentes en la Fecam y la Fecai, además de un enfrentamiento con las universidades, los sindicatos y casi todos los partidos políticos del arco parlamentario. El penúltimo esperpento lo vimos el pasado lunes en el Parlamento canario cuando varios presidentes de cabildos se atrevieron a reprocharle a los diputados autonómicos que hayan cumplido con su deber: presentar enmiendas a los presupuestos autonómicos. Los presidentes de cabildos, aliados con Fernando Clavijo y liderados por Casimiro Curbelo (que con un 4,45 % de los votos se ha convertido en el político más influyente de toda la nacionalidad canaria), se saltaron el orden del día y desobedecieron a la presidenta del Parlamento. Un espectáculo que tenía como único objetivo defender el reparto de los fondos del Fdcan que se aprobaron por la mitad del Gobierno canario desoyendo a la mayoría de las organizaciones representadas en el Comité Asesor que había montado Clavijo para avalar sus criterios.
En una semana frenética de reuniones en Madrid y en Canarias, en las que se ha hablado de una posible moción de censura a Clavijo, con el PP convertido en el novio o novia de todas las bodas, el partido que ahora lidera Asier Antona se enmendó a sí mismo este jueves en el Parlamento y rompió el acuerdo que había votado con el PSOE y Nueva Canarias el pasado 9 de diciembre, cuando estos tres partidos enmendaron los presupuestos para destinar 90 millones del Fdcan a Sanidad, Educación y Servicios Sociales. A pesar de prodigarse en numerosos programas de radio y hacer declaraciones en los periódicos, Asier Antona no ha sabido explicar qué hay detrás de ese bandazo, por qué el PP vuelve a dar marcha atrás y apoya junto a CC y al partido de Casimiro Curbelo que se reparta el 58 % del Fdcan con los criterios del REF y el 42 con “criterios de doble insularidad y en base a la necesaria financiación de proyectos singulares”. ¿Quién decide esa singularidad? ¿Acaso la singularidad será que nuevamente tres cabildos y un ayuntamiento se llevarán más dinero del que han solicitado? ¿Será singularidad premiar a los 3 municipios grancanarios que se desmarcaron de los otros 18 municipios que rechazaron los criterios de la triple paridad?
Desde luego que premiar a algunos ayuntamientos financiando la construcción de dos aparcamientos y llamar a eso “fondo de desarrollo para diversificar la economía” es algo muy singular. Yo diría que es una actitud política singularmente clientelar. Y decir en el Parlamento, como dijo Clavijo esta semana, que “84 de los 88 ayuntamientos están de acuerdo en el reparto del Fdcan” es una singular mentira, que ignora a los 18 ayuntamientos grancanarios que se pronunciaron públicamente en contra en una reunión en el Cabildo de Gran Canaria. Pero ya estamos acostumbrados a que Fernando Clavijo ignore a las instituciones de esta isla.
El reparto del Fdcan promovido por Clavijo es solo la gota que colma el vaso en una legislatura marcada por los enfrentamientos institucionales promovidos desde la Presidencia del Gobierno canario. El balance es tan desolador como dañino es el ultrainsularismo para nuestra tierra con propuestas como la Ley del Suelo hecha a espaldas de sus socios de gobierno y que pretende cargarse los órganos de control autonómico sobre nuestro territorio; una ley que entierra la unanimidad política y social lograda con las Directrices del año 2003. O con una defensa a ultranza del gas con mensajes desde el Gobierno canario desaconsejando la inversión empresarial en Gran Canaria porque esta isla ha apostado por las renovables.
Pero toda esta situación podía haber tenido un resultado final positivo: Clavijo tiró tanto de la cuerda que casi la rompe. Por primera vez desde su nacimiento Coalición Canaria (la tercera fuerza política en apoyo electoral en Canarias y la sexta en Gran Canaria) podría pasar a la oposición. Es una situación política excepcional provocada por un presidente que según sus propios compañeros de partido ha hecho renacer al viejo insularismo de ATI y sus satélites. Nueva Canarias ha mostrado su posible apoyo a una moción de censura del PSOE y el PP para frenar el ultrainsularismo desbocado de Fernando Clavijo y Podemos reconoce esta situación excepcional y está dispuesto a abstenerse. El Partido Popular se ha estado debatiendo entre el abrazo del oso que le ofrece Clavijo –al que acaban de dar un balón de oxígeno- con sus promesas de poltronas y la continuación de políticas clientelares o responder al deseo que cada vez expresan más sectores de la sociedad canaria y frenar el daño que están haciendo las políticas insularistas. El PSOE se mantiene en el limbo desojando continuamente una margarita que ya no controlan… Solo Casimiro anda bailando en una pata sola. Nunca un presidente autonómico canario había logrado tanto consenso… en su contra.