Todorov y Trump: civilización o barbarie
El pasado 7 de febrero falleció en París el filósofo, escritor y lingüista francés de origen búlgaro Tzvetan Todorov. Con él y Zygmunt Bauman, en apenas un mes se nos han ido dos de los más destacados pensadores del siglo XX. Aunque se nacionalizó francés a principios de los años 70 del siglo pasado, Tzvetan Todorov nació en Sofía y sufrió la dictadura comunista de Bulgaria hasta que en los años 60 se fue a vivir a París. Además de sus obras como lingüista, Todorov se interesó por la historia de las ideas, fue muy crítico con todos los totalitarismos, con el daño que el neoliberalismo ha hecho a la democracia y con la evolución del mesianismo político en los últimos siglos de nuestra historia.
La mayoría de los medios de comunicación nos han ido narrando el primer mes de Donald Trump en la Casa Blanca como si se tratara de un capítulo más de la novela “El ruido y la furia” de Faulkner y nos quisieran contar la decadencia de la sociedad norteamericana como algo ajeno al resto del planeta. La teatralidad histriónica y próxima a la locura del nuevo presidente de Estados Unidos ha facilitado esta narración. Le hemos visto con muchas prisas por cumplir sus promesas más neoconservadoras y por borrar el legado de su antecesor: la revocación de la reforma sanitaria, el cierre de fronteras a los extranjeros, los nombramientos de altos cargos con perfil de halcones, de personas con trayectorias vinculadas a la violación de los derechos humanos, la xenofobia o la apología de la tortura… Es cierto que Donald Trump se lo ha puesto muy fácil a los medios de comunicación, su enfrentamiento público con los periodistas y sus acusaciones a los grandes grupos mediáticos han ayudado a revelarnos con nitidez a un personaje que representa un evidente peligro para la democracia.
Pero sería bueno separar el ruido de la furia y, de la mano de Tzvetan Todorov, analizar lo que está pasando, porque a lo mejor descubrimos que el deterioro de la democracia, la xenofobia, las mentiras de los gobernantes, los muros que dividen a los pueblos y el rechazo a los refugiados no son inventos de Donald Trump y no comenzaron con la llegada del multimillonario a la Casa Blanca. El recién fallecido apóstol del humanismo, así fue llamado muchas veces, ya pronosticó en 2010: “el miedo a los inmigrantes, al otro, a los bárbaros, será nuestro primer gran conflicto en el siglo XXI”.
En su libro “Los enemigos íntimos de la democracia” Tzvetan Todorov habla del mesianismo político que se ha vivido en los últimos siglos en Europa, y nombra la experiencia de Napoleón: “El periódico que Napoleón manda publicar durante su campaña en Italia afirma que las conquistas de un pueblo libre mejoran la suerte de los vencidos, reducen el poder de los reyes y aumentan la ilustración”. Tzvetan añade que “cuando los regimientos del ejército napoleónico han ocupado España, el mariscal Murat escribe al emperador: “Esperan a su Majestad como al Mesías”. Se trata del mismo pueblo que en 1814 gritó “Vivan las caenas” para recibir al rey Fernando VII, que había anunciado que iba a ignorar la constitución liberal de 1812, conocida como “La Pepa”.
El mesianismo político continuó en el siglo XX con los totalitarismos. El nazismo y el comunismo también se erigieron en modelos a imponer a otros países. Y ese mesianismo ha llegado al siglo XXI con las intervenciones militares que se aprueban y justifican (muchas veces al margen de la ONU) con la excusa de la lucha antiterrorista.
Tras el gobierno de Barak Obama lo que pretende Donald Trump es volver a llevar a Estados Unidos por la senda del neoliberalismo y liderar ese camino frente o junto a otras potencias. En el mencionado libro “Los enemigos íntimos de la democracia” Todorov cuenta que “La antropología que subyace a la economía neoliberal, según la cual la economía domina la vida social, y la rentabilidad material domina la economía ejerce una fuerte influencia en el mundo del trabajo”. El filósofo franco búlgaro habla de la imposición de la flexibilidad en los contratos y también de la idea de “gestionar el Estado como una empresa”. Dice Todorov “Entendemos que lo que se pretende decir es que debemos tratar los diferentes servicios con la única perspectiva de la rentabilidad material. Hemos visto ya que la rentabilidad es una de las vertientes de la empresa”.
Esa flexibilidad en el mundo laboral que defiende Trump desde su ideología neoliberal provoca inseguridad en los trabajadores y trabajadoras que pierden derechos laborales. Su decisión de revocar el Obamacare, la reforma sanitaria de Obama, también provocará incertidumbre respecto a la protección de su salud a los que se habían beneficiado de la reforma. Los mismos que provocan esa inseguridad en el mundo laboral y en la salud de las capas populares con sus políticas neoliberales son los que enarbolan el discurso de la inseguridad para justificar el levantamiento de las fronteras o el incremento de los gastos militares (que ya ha pedido Trump a todos los países de la OTAN).
Otro de los escándalos del inicio del mandato de Trump ha sido el nombramiento como nueva subdirectora de la CIA de Gina Haspel, una agente involucrada en torturas a detenidos en una cárcel clandestina de Tailandia. En un artículo publicado en El País el 14 de mayo de 2009 Todorov hacía referencia a los documentos que el Gobierno de Obama hizo públicos en abril de 2009 sobre las prácticas de tortura realizadas en cárceles de la CIA. Se sorprendía porque no se trataba de prácticas aisladas o negligencias, sino que hubo manuales de la CIA donde se explicaban las técnicas de tortura durante el Gobierno de George W. Bush. Y algo que destaca Tzvetan: “Los socios indispensables de los torturadores son los consejeros jurídicos, cuya labor es garantizar la impunidad legal de sus colegas. Esto constituye otra novedad: la tortura en la propia norma legal.” Y nos decía que los gobiernos europeos que acogieron vuelos secretos de la CIA “miraron para otro lado”. No imaginaba Tzvetan que ocho años después de haber escrito aquel texto iba a llegar a la presidencia de Estados Unidos un gobernante que no es que mire cínicamente para otro lado, sino que hace una apología clara y pública de la tortura y nombra subdirectora de la CIA a alguien que destruyó pruebas sobre los malos tratos a prisioneros en Tailandia.
Esta semana Donald Trump dio la orden de contratar 15.000 nuevos agentes de fronteras para acelerar el proceso de expulsión de inmigrantes. Para justificar esas prisas ha recurrido al manual del buen xenófobo y ha repetido sus mensajes de criminalizar a los extranjeros. Pero su facilidad para mentir (o contar “hechos alternativos”, como denominó a las mentiras alguien de su gabinete) le ha provocado un conflicto diplomático con Suecia. En un mitin en Florida llegó a decir “Ves lo que pasó la pasada noche en Suecia ¡Suecia! ¿Quién podía creérselo? Suecia. Han acogido en grandes números. Están teniendo problemas como nunca pensaron que fuera posible”.
Lo acaba de denunciar Amnistía Internacional: “El uso cínico del ‘nosotros contra ellos’ provoca una agenda deshumanizadora basada en discursos de culpa, odio y miedo a escala nunca vista desde los años 30”. Frente a la muerte de un humanista de aliento crítico, como lo calificó Alex Vicente en El Mundo, se nos echan encima peligrosamente políticos antisistema que ocupan el poder y ponen en marcha una agenda tóxica que deshumaniza a grupos enteros de personas”. Imponen una retórica de la deshumanización.
Esa criminalización del extranjero, del diferente, del que tiene otra cultura o religión también fue combatida por Tzvetan Todorov en el discurso que dio cuando recibió el Premio Príncipe de Asturias de las Ciencias Sociales en el año 2008: “Por cómo percibimos y acogemos a los otros, a los diferentes, se puede medir nuestro grado de barbarie o de civilización. Los bárbaros son los que consideran que los otros, porque no se parecen a ellos, pertenecen a una humanidad inferior y merecen ser tratados con desprecio o condescendencia. Ser civilizado no significa haber cursado estudios superiores o haber leído muchos libros, o poseer una gran sabiduría: todos sabemos que ciertos individuos de esas características fueron capaces de cometer actos de absoluta perfecta barbarie”.
Desgraciadamente en el mandato de Donald Trump que está comenzando, y en los previsibles gobiernos populistas y de extrema derecha que amenazan con afianzarse en Europa, tendremos muchas oportunidades de ver ejemplos de bárbaros (torturadores, xenófobos, dictadores…) y civilizados (los millones de personas que desde el nombramiento de Trump se están movilizando por los derechos humanos y para frenar la barbarie). Espero que gane la batalla la civilización.