Los nuevos retos del turismo
Un tercio del PIB grancanario depende de la industria turística. En apenas siete años hemos pasado de un 25% a un 34% del PIB. Alrededor de un 40% del empleo pertenece a este sector (simplemente estoy haciendo una valoración cuantitativa y no cualitativa, porque es verdad que el crecimiento no ha avanzado en paralelo al aumento de los salarios y a la quiebra de la temporalidad y la precariedad laboral). La incidencia en otros ámbitos de la economía es clara y evidente. Sin ningún tipo de dudas, el turismo es hoy en día el auténtico motor de la economía de las islas.
En los últimos dos o tres años hemos vivido una de las épocas más positivas de la actividad turística en nuestra tierra, al menos, de los últimos quince años. El número de turistas que llega a Gran Canaria se ha incrementado, en apenas cuatro años, en más de un millón de personas, alcanzando los 4.587.000 el año pasado. Ha aumentado el gasto medio por turista y la cifra total de ingresos que aporta la actividad turística a la economía grancanaria. Ha crecido el número de establecimientos restaurados y renovados, ha mejorado la conectividad de nuestro destino, ha aumentado también la inversión pública en instalaciones y equipamientos colectivos como es el caso de la recuperación del sistema dunar, el parque Tony Gallardo o la rehabilitación del Faro de Maspalomas, por citar solo algunos ejemplos significativos. La realidad es que se han ejecutado y se están ejecutando inversiones insulares por más de 20 millones de euros.
Pero esta realidad nos debe obligar a estar revisando continuamente las oportunidades y los riesgos a los que un sistema globalizado nos enfrenta cada día. Es necesario que consideremos que no debemos dejar de reflexionar sobre los nuevos retos del turismo, de descubrir oportunidades que la isla debe rentabilizar y de aunar voluntades para facilitar una estrategia común.
Y hago esta primera valoración para justificar que debemos huir de dos extremos que me parecen igualmente inoportunos. Uno es la tentación del triunfalismo y el conformismo que nos pueden nublar e impedir un análisis objetivo para diferenciar cuáles son aciertos o fortalezas de nuestro destino y cuáles son ventajas coyunturales que debemos aprovechar, pero sabiendo que tienen plazo de caducidad.
El otro riesgo que yo deseo evitar es el catastrofismo que exagera lo que funciona mal y las disfunciones que puedan existir entre los distintos agentes del sector transmitiendo mensajes que debilitan nuestra imagen y distrayéndonos de los grandes retos que estamos acometiendo en común. Siempre han existido los profetas del pesimismo, pero es más perverso cuando este pesimismo se utiliza para la contienda política porque genera crispación, dudas y miedos en la sociedad y en la clase trabajadora y empresarial del sector del sector. También porque, de manera irresponsable, se transmiten dudas a los posibles inversores. Es más grave cuando estas dudas las provocan patronales empresariales para apoyar precisamente a una organización política (CC) que ha frenado gravemente el desarrollo turístico de Gran Canaria en los últimos años impidiendo la posibilidad de que se construyeran en nuestra isla hoteles de cuatro estrellas.
No quiero agotar un diagnóstico pero creo que podemos acordar que Gran Canaria sigue siendo el destino más demandado, con una alta fidelización, con una oferta residencial de calidad, con una rentabilidad creciente, con unas condiciones naturales atractivas y diversificadas y con una marca internacionalmente consolidada que ofrece niveles de seguridad muy altos.
En este proceso hemos descubierto que nos quedan tareas importantes por mejorar. La oferta de hoteles de cuatro y cinco estrellas tiene que aumentar y hay que aprovechar el suelo turístico calificado para afrontarlo. La rehabilitación de instalaciones hoteleras y extrahoteleras que han quedado desfasadas debe continuar. Los equipamientos públicos en los espacios de playa, comerciales o de ocio deben ganar en calidad. Las guerras empresariales y la acaparación de suelo calificado deben cesar para no poner en riesgo las inversiones. La inacción y el sectarismo de algún que otro ayuntamiento turístico no pueden condicionar las mejoras del sector ni frenar propuestas que generan nuevos atractivos.
La introducción de las nuevas tecnologías nos abre múltiples posibilidades que nos pueden facilitar avanzar, entre otros retos en el desarrollo de ciudades, destinos o islas inteligentes. Las tecnologías de la información están impactando de manera decisiva en la industria turística. En esta última década hemos presenciado unos cambios trascendentales en las reglas del juego y en el funcionamiento de los mercados. En particular los cambios producidos por las comunicaciones móviles, las redes sociales y el comercio electrónico han supuesto importantes transformaciones tanto en la oferta como en la demanda del sector.
En el Cabildo de Gran Canaria y en el Patronato de Turismo estamos prestando mucha atención a estos cambios tecnológicos y a cómo nos afectan en nuestra forma de promocionarnos como destino turístico y en la manera que tenemos de atender las demandas de servicios digitales de los visitantes.
En este contexto, entiendo que el liderazgo y las responsabilidades que asume el Cabildo de Gran Canaria deben orientarse hacia estrategias que refuercen las fortalezas que se han manifestado durante los últimos años.
Necesitamos mantener la unidad de acción de todo el sector y potenciar la colaboración entre la iniciativa privada y la pública. También con nuestra universidad: el Instituto de Turismo y Desarrollo Económico Sostenible (TIDES) es hoy una referencia mundial en investigación en turismo de excelencia. La política consensuada de promoción exterior, de colaboración con las organizaciones empresariales y sindicales y de apoyo a las iniciativas que han nacido desde la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria son muestras del estilo que propongo afianzar.
El imán que atrae visitantes e iniciativas es la marca Gran Canaria. La creatividad de unos, la eficacia de otros, la disponibilidad de todos, es lo que mantiene la atracción de nuestro destino. Gran Canaria se percibe como una isla diversa que acoge distintas demandas, intereses o sensibilidades.
Estamos diversificando nuestra oferta y debemos seguir haciéndolo. Somos Reserva de la Biosfera, proponemos una programación cultural de primer nivel, el turismo de salud encuentra espacios, somos isla europea del deporte, el mundo rural recupera el protagonismo que identificó nuestro paisaje, el patrimonio arqueológico y etnográfico puede ser declarado patrimonio de la humanidad en pocos meses. La diversificación es una estrategia de calidad.
El desarrollo turístico está integrado en el modelo de ecoisla que está creciendo y que define el proyecto de trabajo del Cabildo grancanario. Aumenta nuestro valor cuando recuperamos el paisaje rural y tradicional, cuando crecemos en energías limpias y reducimos la emisión de gases contaminantes, cuando garantizamos la depuración y evitamos los vertidos, cuando favorecemos la economía circular y reciclamos, cuando aumenta la producción y el consumo de productos locales… En definitiva una Gran Canaria sostenible es la isla de nuestra vida que entusiasma a quienes nos visitan.
Es absolutamente imprescindible la dinamización de la oferta complementaria de ocio y los equipamientos públicos de calidad. Mencioné antes algunas iniciativas que el Cabildo ha impulsado. Destaco y elogio también la instalación del Circo del Sol a partir del próximo verano, la construcción del nuevo parque acuático que representa el Siam Park o la modernización de instalaciones emblemáticas en Las Palmas de Gran Canaria como son el Pueblo Canario y todo su entorno.
Tenemos un presente y un futuro apasionantes. No podemos bajar la guardia. No nos debe ganar el pesimismo. Es verdad que el turismo está sometido a riesgos externos que pueden provocar crisis coyunturales y ahora todos miramos para las consecuencias del Brexit o para lo que está sucediendo con países como Egipto, Túnez o Turquía, que buscan desesperadamente las mismas oportunidades que las que el turismo nos ha brindado a nosotros. Pero tenemos experiencias, profesionales y un entorno de seguridades con los que es muy difícil competir. Y es aquí donde debemos agarrarnos para afianzar nuestras posibilidades de futuro.