El machismo, la otra pandemia en el 8M
Maspalomas News ofrece a sus lectores un artículo de opinión de María del Río Sánchez, presidenta del Grupo Parlamentario Sí Podemos Canarias
“Podrán cortar todas las flores, pero no podrán detener la primavera” (Pablo Neruda)
Este 8M será distinto en todo el planeta, también por los pueblos de las Españas y de Canarias. Un virus, coronavirus, en forma de pandemia, se metió en nuestras vidas y lleva casi un año sin darnos apenas tregua.
Para combatirlo, los Estados más poderosos junto a las industrias farmacéuticas no han escatimado en recursos humanos y económicos, investigación y ciencia al servicio de la humanidad, trabajando a destajo, sin descanso, para conseguir en tiempo récord una serie de exitosas vacunas que ya, aunque sea de manera incipiente, nos permiten ver la luz y el principio del fin de esta pesadilla que tanta inquietud y sufrimiento ha generado.
Junto a éste, otro virus más antiguo y oscuro, en permanente mutación, está presente e intenta hacerse más fuerte.
Un virus que se extiende también en forma de pandemia, y que, aunque en los últimos años lo creíamos algo debilitado -en retroceso pensábamos- en este periodo junto al coronavirus ha brotado con más fuerza, retroalimentándose en lo que parece ser un excelente caldo de cultivo.
Para este virus antiguo -se llama machismo- aún no hemos encontrado vacuna, ni los Estados ni las industrias han mostrado demasiado interés en ello, nunca se ha considerado urgente la conveniencia de una inversión prioritaria para su erradicación.
Tal vez sea por su carácter selectivo, pensamos, porque si bien perjudica y pone en riesgo a toda la humanidad, solo ataca de manera virulenta a una mitad de la población, llegando a ser letal solo para las mujeres.
La otra mitad parece haber alcanzado una cierta inmunidad de rebaño, ellos, los hombres, aunque se contagien no corren peligro de muerte, por tanto la vacuna no ha sido considerada necesaria.
Este virus crece, se multiplica y expande con enorme facilidad de mutación, desde hace siglos recorre el planeta adaptándose a distintos territorios, pueblos y culturas, de norte a sur, de este a oeste, se mueve confortablemente con sus ligeras variantes.
Su hábitat más propicio se da en los lugares en los que, de forma dominante, aparece la simbiosis de dos sistemas, capitalismo y patriarcado, es en esos espacios donde encuentra los mejores nutrientes y alcanza su máximo desarrollo, aunque las consecuencias no se vean siempre en el lugar donde radica el foco, su virulencia es tan fuerte que es capaz de arrasar a poblaciones y territorios a miles de km de distancia.
Sus consecuencias son demoledoras, muchas mujeres a lo largo de la historia intentaron protegerse con crecías religiosas, escondiéndose detrás de velos, quedándose agazapadas en las casas, pero esto, lejos de ser un remedio las ha hecho aún más vulnerables, y sus vidas así están aún más expuestas y corren más peligro.
Ante esta situación, y mientras muchas mujeres -y hombres aliados- siguen investigando y trabajando en la búsqueda de una vacuna definitiva, hemos ido avanzando en tratamientos de empoderamiento que si bien no son definitivos para toda la humanidad, ayudan a minimizar al virus de forma considerable, lo bloquean, combaten los síntomas e impiden que ‘el bicho’ se haga más fuerte o siga creciendo.
En estos días, cuando nos preparábamos para la conmemoración del 8 de Marzo, varios rebrotes de la pandemia del machismo se han extendido por todo el país, con tantos focos que nos hacen pensar si estaremos ante una nueva ola.
Por si acaso y en prevención, utilizaremos todos los antídotos que hemos ido descubriendo a lo largo de la historia, un conjunto de saberes y recursos, llamados feminismos, basados en la la experiencia y seleccionados con paciencia por mujeres sabias, de todas las épocas y lugares, con el fin de ser utilizados en los momentos difíciles como este, en los que toca mirar al ‘bicho’ de frente y oponernos con rotundidad a sus amenazas en distintos ámbitos.
Frente al racismo y xenofobia que condena a nuestras hermanas racializadas y precarias, feminismos canarios sin fronteras.
Frente a las variables que bajo diferentes excusas nos quieren divididas, aisladas, sumisas y encerradas, dosis extra de sororidad, nos tendrán libres y rebeldes, más unidas que nunca en las calles, en las plazas y en las redes.
Y, aviso a navegantes, frente al virus tóxico que nos intenta callar, paralizar y criminalizar, que pretende robarnos el derecho de reivindicar nuestro día.
¡Ni un paso atrás! Somos resistencia y resiliencia, ojo, sabemos cuidar y cuidarnos, utilizamos mascarillas pero no dejaremos que se nos impongan mordazas, por cada manifestación que nos prohíban, tomaremos las calles tiñéndolas de violeta y haremos que todos los días sean 8 de Marzo.