Así fue el día en el que miles de canarios cuestionaron el modelo turístico en Maspalomas
El sol de Maspalomas fue testigo de una fecha, 20 de octubre de 2024, que quedará ligada a la historia del sur de la isla.
“Canarias tiene un límite” se podía leer en la pancarta que encabezó la manifestación de este domingo por las calles de Meloneras. Esta es la frase que mejor resume la infinidad de causas que llevaron a miles de personas a pasar la mañana del domingo, bajo un sol de justicia, cantando una serie de consignas tales como “esas riquezas ¿a quién se las ingresas?” O “mucho airbnb, pocas casas para vivir”.
Ya en la manifestación del pasado 20 de abril quedó claro que la sociedad grancanaria, porque esto no se limita a la población joven, tiene cierto malestar. No se puede pasar por alto que estas personas viven en una isla en la que trabajar a tiempo completo no garantiza cosas tan básicas como la vivienda o la alimentación. Esta situación les ha llevado a poner el foco en el sector dominante de la economía canaria, el turismo. De ahí la idea de celebrar la manifestación en el corazón de la industria junto al Faro de Maspalomas.
La marea humana caminó por las calles de Meloneras sin dejar de gritar las diferentes consignas y contando incluso con el aplauso y la sonrisa cómplice de los algunos turistas que salieron a ver de dónde procedía tanto ruido. Entre los manifestantes encontramos a las plataformas convocantes, entre las que resaltamos a la plataforma “Hagámonos oír, Maspalomas” o algunas caras reconocibles como la del popular “Plastiman” o la doctora en filosofía, Larisa Pérez, por citar algunos ejemplos.
A su vez, cabe resaltar que las fuerzas del orden velaron por la integridad de los establecimientos hoteleros por los que pasó la manifestación de forma pacífica, con la excepción de un pequeño incidente que concluyó con la detención de un manifestante. “Hotel escucha, las kellys en la lucha” o “Gobierno de Canarias es una inmobiliaria” fueron otras de las consignas que se pudieron oír.
En el otro lado del tablero se encuentra el presidente del gobierno de Canarias, el cual manifestó recientemente que «el que hable de cambio, tiene que decir a qué hay que cambiar». La cuestión no resultará sencilla y parece imposible que a corto y medio plazo la economía de Canarias no pase por el turismo. No obstante, tal y como defendieron los manifestantes, se necesitan políticas valientes que pongan freno a la especulación urbanística, aborden el problema de la vivienda y persigan un reparto más equitativo de los ingentes beneficios que genera una industria ya recibe a cerca de 17 millones de turistas.
Hoy, quizás el turista que vio pasar la manifestación entendió que la camarera que atiende su mesa, el cocinero que preparó su plato, el freganchín que lavó sus platos o la camarera de piso que limpió su habitación también tienen sus aspiraciones y sus necesidades. Más allá del empleo que desarrollan, son ellos, los habitantes de esta isla, los soberanos que eligen a sus gobernantes y los que, tal y como sucede en las democracias, participan y condicionan la toma de decisiones, por ejemplo hoy, tomando las calles y recordando a los gobernantes que son algo mas que la mano de obra que sostiene al sistema.
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