El indigenista Cristóbal Marrero expone 12 esculturas y 30 dibujos en Maspalomas
El escultor indigenista Cristóbal Marrero Silva (Las Palmas, 1.934) expone hasta el próximo 5 de octubre una selección de esculturas de mediano formato y dibujos en grafito sobre papel en la Galería Casa Condal de Maspalomas, en San Bartolomé de Tirajana.
La obra expuesta, seleccionada por los agentes de Artes Plásticas del Ayuntamiento con alguna dificultad debido a la ingente creatividad del artista, la componen 5 esculturas elaboradas en madera y otras 7 labradas en piedra, y una antología de 30 dibujos dados a conocer ahora por vez primera, la mayoría de ellos consistentes en bocetos para esculturas en piedra y metal.
“Aquí expongo mis trabajos, mis entretenimientos y mis deseos. Son la forma de comerme el tiempo”, dijo Cristóbal Marrero en el acto de presentación. Reconoce que en sus dibujos plasma lo que ya no puede hacer “por la salud, porque la edad (tiene 81 años) no me impide trabajar”.
Dejando entrever su pesar y algo de nostalgia, admite con su personalísima voz de paz que “si tuviera la salud de hace sólo 20 años atrás haría muchas obras que tengo en mente”. Pero ya no puede. Su corazón ha sufrido dos infartos y tiene colocados 5 endoprótesis vasculares (stents) que le abren las arterias coronarias. No descarta que el polvo de su trabajo con las piedras le haya afectado “algo”.
Pero sigue en la brecha. En su taller al aire libre, bajo un toldo verde que lo cubre del sol en la subida a Lomo Gordo, junto al barracón que guarda los restos aborígenes encontrados en la construcción del puente de la Autopista, este coetáneo de Luis Montull y de los Marrero (Ulises, Elías y Fernando), todos salidos de la Luján Pérez, está terminando ahora una escultura grupal en piedra de 2,40 metros con 5 figuras en la que lleva trabajando casi tres años.
Obras en la calle
En la inauguración de este viernes, la concejala de Cultura y Patrimonio Histórico, Esther Delgado Sánchez, aludió al privilegio del municipio de San Bartolomé de Tirajana por contar con esta muestra y poder disfrutar en muchos de sus espacios abiertos con grandes obras escultóricas de este artista, que reside en Maspalomas desde 1.972.
Cristóbal Marrero, que llegó al Sur para trabajar en la hostelería como recepcionista en el complejo de bungalós Dragón Club I, cuenta actualmente en espacios públicos de San Bartolomé de Tirajana con 9 esculturas de gran formato. En la rotonda de entrada a Santa Águeda-El Pajar se ubicó ‘El Guanche’; en la entrada al Centro Cultural Maspalomas ‘La Princesa Arminda (La Guancha)’; en el Parque de la Casa Condal de Maspalomas su ‘Homenaje a la mujer emigrante canaria’; en la rotonda del Centro de Salud ‘Las Primaveras’; en la Plaza del Hierro, en San Fernando, ‘Madre Canaria’; y frente a la Escuela Municipal de Música, en el lateral del Inem, ‘Mujer sureña’, todas realizadas en piedra procedente de la cuenca de Las Tirajanas y del Barranco de Tirajana. También tiene realizadas en metal un ‘Homenaje al pescador’, en la entrada al Castillo del Romeral; y la sorprendente ‘Tunera gigante’ en la rotonda de la Avenida Alejandro del Castillo que da acceso al Lomo de Maspalomas y a las medianías del municipio. También es autor del busto para siempre inacabado y ya para siempre pendiente de Ferminito Valerón, el más longevo y siempre recordado vecino de El Tablero a quien conoció cuando ya era centenario.
Discípulo de la Escuela de Arte Luján Pérez de los 16 a los 22 años, Cristóbal Marrero se decantó preferentemente por la escultura porque -viendo su maña y su constante osadía para atreverse con los retos artísticos más difíciles- su maestro Santiago Santana siempre le decía que “pintores había muchos y escultores muy pocos”.
Proporción y mujeres
Su línea figurativa indigenista, tanto en pintura como en escultura, desborda calidez y se abre a los característicos rasgos de la proporcionalidad humanista identitaria canaria que exploraron y experimentaron Felo Monzón, Jorge Oramas, Plácido Fleitas o Jesús Arencibia. “La proporción, que es muy interesante, está en la cabeza”, afirma señalándose la sien con el dedo índice de su mano derecha. “La mayoría de mis esculturas y dibujos representan a mujeres porque me gustan sus líneas (curvas), mientras que el hombre con sus músculos no me parece tan interesante”, afirma.
Cristóbal Marrero reconoce que sus andanzas con las piedras se cimentaron sobre todo durante su periplo de servicio militar en Larache (África). Para ejercitar los conceptos y depurar la técnica aprovechaba las jornadas de maniobras para coger piedras arenosas y cristalinas en el campo y esculpirlas “con un simple martillo y un escoplo de mala muerte, prestados”. Desde hace años esculpe con sus propias herramientas, mucho más sofisticadas, como compresores, martillos neumáticos y distintos escoplos dentados que el mismo fabrica.
Con obras escultóricas también en Alemania, concretamente en Múnich y Ratisbona (Regensburg), Cristóbal Marrero recrea en madera, hierro o piedra “según el lugar, el tiempo o el material que disponga”. Advierte que “ya no es fácil conseguir madera” para esculturas, sobre todo maderas africanas resistentes, duras y pesadas como la Vitacola, el Embero, la Morera o la Ucola. Desde el 2.000 se encuentra jubilado. Pero no para el arte, desde que se levanta a las siete y hasta que se acuesta diariamente entrada la madrugada.