La llegada del sol a la Tumba del Rey marca el inicio de la primavera en Gran Canaria
La llegada de sol a la Tumba del Rey en la necrópolis de Arteara marcó hoy la llegada de la primavera a Gran Canaria un año más, y van al menos 2.000, pues los astros son prácticamente la única referencia regular para conocer el cambio de estaciones sin reloj ni calendario, algo que conocían bien los aborígenes canarios.
Este marcador, que se logra con una posición fija, en este caso una degollada o depresión en el terreno que forma una ‘U’ en el horizonte, un astro y su variable posición, el sol, y el hombre para observarlo y saber dónde caen los rayos al pasar por la degollada en los equinoccios de primavera y otoño.
El macizo de Arteara se derrumbó hace un millón de años. Al subir por la carretera de Fataga se aprecia a la perfección, pues dejó a cielo abierto un caótico pedregal rojizo que parece que acaba de caer. Este caos sin productividad ganadera ni agrícola fue aprovechado por los aborígenes para crear su ciudad de los muertos, con más de mil túmulos inapreciables no solo en la distancia sino in situ, hasta que surgen de la penumbra.
Y es que solo la salida del sol y el contraste de luces y sombras desvelará la existencia de un millar de amontonamientos de piedras que esconden restos humanos de los antiguos canarios, y algún que otro náufrago no cristiano al que se le dio sepultura no hace más de tres siglos, en un conjunto rodeado por un murete de 50 centímetros para delimitar el espacio de los vivos y de los muertos en la mayor necrópolis de Canarias.
Destaca de entre todos los túmulos la Tumba del Rey, perteneciente a un líder aborigen de entre 16 y 18 años, cuyo enterramiento se situó donde la línea de luz con forma de U proyectada desde la degollada desciende por la ladera en su máximo apogeo para iluminar el túmulo mientras mantiene en penumbra el entorno. Ha llegado la primavera. Y lo hace con un juego de luz que también ilumina el interior de la construcción funeraria, abierta al sol.
Se trata de un marcador solar no tan difícil de lograr, explica el personal del Cabildo de Gran Canaria, que en su programa Yacimientos Estrella organiza excursiones a necrópolis y otros lugares singulares en los que los aborígenes establecieron sistemas, no exentos de connotaciones mágicas, para conocer el cambio de estaciones.
Contemplar estos fenómenos es una exquisitez obligatoriamente destinada a pocas personas por la fragilidad de los yacimientos, de modo que las plazas se agotan en apenas media hora, si bien vale la pena intentarlo porque los afortunados experimentan una vivencia sobrecogedora, más impactante si cabe al preguntarse cómo llegaron los aborígenes a la conclusión de que aquel punto indicaba la llegada de la primavera.
Pero de hecho basta un poco de observación del sol y la luna, algo que hoy en día prácticamente se ha perdido, se contemplan pero no se observan, y es que los astros organizan las vidas de las sociedades, también en la actualidad, pues sin calendario ni reloj la sociedad ya no funciona, sin embargo estos organizadores tan modernos están igualmente basados en el movimiento de los astros.
Tan fácil es, que basta con observar tal día como hoy, 20 de marzo e inicio de la primavera, por donde ha entrado el sol a cada casa y como cada día se aleja un poco de ese punto. Cuando los rayos vuelvan a entrar con la misma inclinación y a acercarse a la misma estantería, cuadro o libro, cada hogar sabrá que llega la primavera.
A partir de este día empieza a moverse el sol hacia el sur, la derecha de la degollada a los ojos del observador, y avanza hacia su alejamiento máximo, el solsticio de invierno, donde permanecerá unos días para emprender su regreso a la degollada, por donde pasará en el equinoccio de otoño, para continuar viaje al norte, varias crestas a la izquierda, hasta llegar al punto por donde pasará en el solsticio de verano.
Fuente: prensa Cabildo de Gran Canaria