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La mentira: la picaresca española

La política ha dejado de ser lo que era. Lo que antes se concebía como la herramienta de cambio por excelencia para beneficiar a una sociedad común, se ha convertido en un arma arrojadiza por la que nadie quiere preocuparse. Fake news y desinformaciones han pasado a copar los titulares más noticiosos de la prensa actual, dando por veraz cualquier mentira dicha por algún medio de comunicación, con cierto respaldo empresarial. 

El panorama político y mediático se ha convertido en el estercolero nacional en el que arrojar toda la basura que busca el desequilibrio y la desestabilidad de este país. El odio y el acoso han pasado a convertirse en la sintonía habitual de un ambiente político, marcado ya por la crispación y el rechazo. El debate y el diálogo han dejado de formar parte de la tónica rutinaria de los representantes políticos, aquellos que ahora se llaman ‘hijo de fruta’ a la ligera. 

Y lo peor es que este estercolero ha llegado más allá de la política y los medios de comunicación. La justicia española ha admitido a trámite una denuncia sustentada en noticias manipuladas y sin ningún respaldo veraz, reconociendo que en este país se juega con la política del todo vale. ¿Qué vamos a esperar de la ciudadanía, si sus instituciones están marcadas por la corrupción?

Sánchez ha sido un presidente marcado por la resistencia, incluso ante las circunstancias más adversas. Afrontar una pandemia, la explosión de un volcán o el proceso de soberanía en Cataluña han sido solo algunas cuestiones que querría ver como afrontarían otros gobiernos hipotéticos. Haciendo un recorrido histórico por la democracia española, queda claro que bajo estos mandatos hipotéticos, el amiguismo y los intereses privados serían su seña identitaria. Quizás tengan miedo de perder el apoyo de sus amigos y están utilizando la mentira como arma arrojadiza para no perder el poder.

Está claro que la mentira existe, no solo en la política, es parte de la vida rutinaria de las personas y de los medios. Hace tiempo que el periodismo ya no es veraz. El periodismo se ha convertido en una competición de números, en el que gana el que más clics y entradas obtenga; en el que lo importante ya no son las personas y lo que les sucede, lo importante es ser viral. Como decía Joseph Goebbels, responsable de la propaganda de Hitler, “una mentira repetida mil veces se convierte en verdad”.

Claudia Vega y Yair Rodríguez Pérez

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