30 años del CAAM
Maspalomas News ofrece a sus lectores un artículo de opinión de Antonio Morales Méndez, presidente del Cabildo Insular de Gran Canaria
El pasado miércoles, 4 de diciembre, se cumplieron exactamente 30 años desde que el Centro Atlántico de Arte Moderno abrió por primera vez sus puertas. Fue aquel un tiempo de innovación, de esperanza y de confianza en las posibilidades que la cultura y los artistas canarios ofrecían para dialogar en un contexto tricontinental con el que históricamente nos hemos identificado. Aquella creación fue uno de los frutos más queridos del cambio democrático en el campo cultural. Recogió toda la movilización que durante la dictadura los artistas plásticos canarios de vanguardia habían protagonizado. Desde Manolo Millares hasta Tony Gallardo, desde Chirino hasta Lola Massieu. Unos versos de Manolo Padorno recogidos en su poema “Camino de mi ventana” parecen sintetizar la energía y las intenciones que fundaron el CAAM: “Yo me eché a caminar por un camino/Que llevaba a la fábrica de luz.”
El CAAM es la institución de referencia que a lo largo de tres décadas se ha erigido en el museo de arte contemporáneo más importante de Canarias, es un proyecto artístico cuya singularidad lo ha convertido también en una referencia dentro del panorama museístico del conjunto del Estado español, con ecos de proyección en América Latina, Europa y África.
La apertura del CAAM supone un antes y un después en el panorama cultural de Gran Canaria y de Canarias entera. Si hacemos una retrospectiva, es muy difícil encontrar expresiones artísticas contemporáneas que no hayan encontrado acomodo en este espacio. Pero también, y éste es uno de sus principales valores, ésta es y ha sido la casa de los artistas canarios emergentes, conformando un discurso artístico que mira al mundo desde la reivindicación de sus orígenes canarios. Es el espacio artístico de diálogo multicultural e intercontinental que acoge desde su creación las expresiones que los artistas canarios siempre han protagonizado.
El proyecto alcanza hoy su madurez en plena actividad creativa. No lo ha vencido la rutina, ni el conformismo. Después de más de un centenar de exposiciones, lo que constituye una meritoria labor de producción artística, recordamos la más cercana que nos habla de la vitalidad y el dinamismo del presente. Además de todas las actividades paralelas que se realizaron para reivindicar la figura de uno de los artistas más universales de Canarias, la exposición “Universo Manrique” que se clausuró hace apenas unos meses, se situó entre las más visitadas de la historia del museo, alcanzando casi las 35.000 visitas durante los seis meses de exhibición.
Han sido siete las personas que en estos 30 años de vida han asumido la responsabilidad de dirigir este espacio. El primero y más longevo fue Martín Chirino, que más que un director constituyó una de las grandes influencias e inspiraciones de este centro recorriendo los primeros pasos de la andadura tricontinental. Tras Chirino vinieron Franck González, Alicia Chillida, Álvaro Rodríguez, Federico Castro, Omar Pascual y su actual director, Orlando Britto. Profesionales todos de un gran nivel, que dejaron su impronta y permitieron que el proyecto creciera hasta convertirse en la referencia que es hoy.
Pero este aniversario también debe ser un momento de reconocimientos para aprender de la historia bien labrada. Esta iniciativa fue posible, y ha tenido una continuidad multiplicadora, gracias a las generaciones que nos precedieron y con las que tenemos contraída una deuda de gratitud. Tenemos que recordar a la generación de Gaceta de Arte, a los impulsores de la Escuela Luján Pérez y a la generación llamada de los 70, artistas insulares que colaboraron en la fundación de esta realidad, el CAAM, con su compromiso por la acción cultural y social en tiempos muy adversos. Durante el siglo XX, Gran Canaria fue una sociedad creadora de cultura alternativa con referencias internacionales. En la literatura, en la plástica, en la música, en la danza, en la escultura, en el teatro. Mucho de ese talento cristalizó en el CAAM. Debemos canalizar las iniciativas del nuevo tiempo, del siglo XXI, para estar a la altura de lo que heredamos.
Es justo recordar la historia del CAAM que comienza en 1989, con Carmelo Artiles Bolaños como presidente del Cabildo de Gran Canaria, y Martín Chirino como primer director; con un equipo impulsor en el que participaron Francisco Ramos Camejo, Carmelo Padrón, Félix Juan Bordes, Ana Beristain e Hilda Mauricio, que esbozaron las líneas maestras del centro que comenzaba a fraguarse. Hoy debemos reconocer el impulso inicial y valorar la continuidad de los sucesivos equipos directivos y profesionales que han conservado la pasión por un Centro que nos identifica y nos llena de orgullo.
Es de justicia también que este centro de arte rinda, en su treinta aniversario, homenaje especial a este gran artista, Martín Chirino. Debemos unir esta celebración con el reconocimiento al talento del Director fundador de este espacio de producción artística y pensamiento crítico, que el propio escultor orientó con su visión prospectiva. Su fundador y la acción profesional arduamente elaborada por un tejido sucesivo de personas y equipos supieron guiar a este centro-museo de arte como una excelente plataforma de debate que ha inaugurado nuevas preguntas y formatos para la comunidad local, estatal e internacional. La figura de Chirino y El Grupo El Paso, colectivo artístico del que formó parte, nos recuerdan una época en la que Canarias se situó a la vanguardia de la vanguardia, con artistas como el propio Chirino, el ya nombrado Manolo Millares, Óscar Domínguez y tantos otros referentes internacionales del informalismo, el primitivismo y el indigenismo, cuyas obras constituyeron uno de los pilares del proyecto expositivo y del desarrollo de la colección que ha llegado a nuestros días con tan importante éxito. No pretendo describir los contenidos que han construido el concepto de la tricontinentalidad como una referencia de nuestra singularidad. Estoy convencido de que el CAAM ha contribuido a conectar lo que entonces era periferia con la comunidad global. Adelantó muchas relaciones que la globalización posterior multiplicó. El CAAM ha reforzado la idea de atlanticidad que conforma nuestro destino como pueblo, anclado en medio del Atlántico y en permanente diálogo con otros pueblos bañados por el mismo océano. La atlanticidad como espacio de apertura y de encuentro y no de aislamiento archipielágico.
Una dimensión poco divulgada pero muy consistente es la proyección de mujeres artistas que han consolidado una línea de valoración de figuras y de un colectivo de referencia igualitario en la programación del Centro. Si los artistas canarios en general sufrieron un ostracismo que el CAAM vino a compensar, el olvido de las mujeres creadoras ha sido sangrante y doblemente injusto. El CAAM ha sido muy sensible a reponer esta injusticia.
Es necesario destacar que a lo largo de todos estos años el CAAM ha desarrollado una importante labor de investigación y de producción de muestras, publicaciones y debates críticos. Y que una de sus líneas de trabajo ha contemplado la revisión de la producción artística de los grandes maestros del siglo XX de Canarias. Muchos artistas interdisciplinares han prestigiado a este centro de arte con su poderosa presencia iconográfica abriendo circuitos artísticos alternativos, desde un auténtico diálogo simétrico, posibilitando en un coherente y obstinado proceso, la incorporación de otros agentes, otra mirada crítica, otro acervo simbólico al concierto global del arte.
El emplazamiento del CAAM en pleno casco histórico de Vegueta, cerca de otros espacios culturales y expositivos de muy diverso tipo como la Casa de Colón, la Casa Museo Pérez Galdós, el Museo Canario y en breve el Museo de Bellas Artes han creado un entorno cultural privilegiado y también un espacio de atracción de ocio y turismo único. Esta riqueza museística nos recuerda el enorme patrimonio cultural de nuestra isla y la potencialidad que tiene la cultura para alumbrar un nuevo modelo de desarrollo más sostenible e integrador.
Pero la excelencia alcanzada en estos 30 años de historia no puede llevarnos a la autocomplacencia. El CAAM debe seguir creciendo y afrontar con ambición los retos de futuro, empezando por los miles de ciudadanos y ciudadanas de Gran Canaria que nunca lo han visitado. Hay que continuar en el esfuerzo de ser una institución cultural atractiva y dinámica, con un fuerte arraigo social y una vocación educativa, divulgadora e investigadora. Asumimos con ilusión la integración de las nuevas tecnologías como una parte más del proyecto museístico que genera nuevas posibilidades, así como continuar haciendo de la igualdad y la inclusión de todas las personas al margen de sus capacidades una parte estructural del proyecto.
El proyecto del CAAM no se circunscribe únicamente al arte y la cultura. Es un proyecto que nos ayuda a encontrar nuestro sitio en el mundo, que nos habla y nos interroga sobre lo que somos y que ha sabido plasmar mejor que en ningún otro ámbito ese puente entre tres continentes que es Canarias. Ese principio tan bien explorado día a día por esta institución supone una inspiración para los que reivindicamos nuestras raíces como principal elemento de construcción de fututo y para convertir a Canarias y a Gran Canaria en referencia de apertura, tolerancia, integración, multiculturalidad y respeto, en un tiempo en el que es más necesario que nunca reivindicar estos conceptos.
Celebremos pues, que el CAAM sea hoy un museo abierto, que sale en busca de su público, que se implica en el ámbito educativo y territorial que le es natural y que, en la actualidad, con las herramientas de la comunicación se irradia y se erige en un centro singular y con voz propia. En una efeméride tan importante, como presidente del Cabildo de Gran Canaria, me siento especialmente orgulloso de representar a la institución que ha tutelado, a lo largo de estas tres décadas, a este magnífico y singular proyecto museístico, el Centro Atlántico de Arte Moderno.