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En 2050 el sur de España vivirá la desertización

  • Miguel Pajares, presidente de la Comisión Catalana de Ayuda al Refugiado mantiene que en apenas décadas, España sufrirá las consecuencias de los desastres climáticos.

El cambio climático es una realidad cada vez más cercana. Fenómenos extremos, aumento de las temperaturas y cambios en los ecosistemas son solo algunas de las consecuencias que traerá consigo. El incremento del nivel del mar o la sequía provocarán que millones de personas se vean obligadas a desplazarse hacia otros territorios, dando paso así, a lo que actualmente se cataloga como refugiados climáticos.

Pese a que huir de los impactos del cambio climático no es algo que se recoja como motivo para otorgar asilo, el presidente de la Comisión Catalana de Ayuda al Refugiado (CCAR), Miguel Pajares, explica que los expertos que utilizan este término lo hacen para poner en evidencia la responsabilidad que tienen los gobiernos: “Hace más de 30 años se comprometieron a reducir las emisiones y no han cumplido. De ahí que los que huyen de los impactos climáticos deban ser considerados víctimas de esas políticas y por tanto, merecedores de protección internacional”. Sin embargo, ninguna institución, ni organismo lo recoge así.

En zonas tropicales como el Sahel, que abarca países como Senegal, Gambia o Mauritania, o en Centroamérica ya existen regiones de las cuales la ciudadanía migra por la pérdida de hábitats, zonas de cultivo, de pasto o de pesca. “Hablo de un cambio importante en las lluvias que está provocando sequías muy prolongadas y cuando llueve se producen lluvias torrenciales que tampoco benefician a la agricultura”, explica Pajares.

Miguel Pajares, presidente de la Comisión Catalana de Ayuda al Refugiado (CCAR). Fuente: EFEVerde

No obstante, existen otros factores preocupantes como el aumento del nivel del mar, que será el aspecto más relevante de cara a unas décadas: “Ya hay gente que pierde, por ejemplo, cultivos en los deltas por la subida del nivel del mar”. Es el caso de determinadas islas en el Pacífico, al norte del archipiélago Salomón, que han desaparecido bajo el agua o al menos, gran parte de su superficie.

Canarias no será ninguna excepción. El hecho de conformar un archipiélago deja entrever todas las posibles consecuencias que se vivirán en las Islas ante los desafíos climáticos. El aumento del nivel del mar amenaza las zonas costeras y las infraestructuras más cercanas a la costa, poniendo en riesgo, no solo determinados ecosistemas, sino también comunidades y zonas residencializadas como Pozo Izquierdo, El Castillo del Romeral, Mogán o Maspalomas, en el caso de Gran Canaria.

Inundaciones en Cataluña, provocadas por una borrasca. Fuente: @PremsaAMB

Bangladesh ya comienza a sufrir estas consecuencias. Casi 170 millones de personas viven en este país, de las cuales el 50% vive a menos de 1 metro por encima del nivel del mar, lo que según Pajares lo convierte en “el primer país condenado por el cambio climático”. Pero, no debemos irnos tan lejos para comprobar que las consecuencias de estos impactos se vivirán en menos tiempo de lo que se cree. “El Mediterráneo está sufriendo la subida de temperatura más alta que en otras regiones del planeta”, sostiene el presidente de la CCAR. Esto significa que todo el sur de España será desértico en apenas décadas.

Según las cifras del Centro para el Monitoreo del Desplazamiento Interno (IDMC), cuya sede se localiza en Noruega, en 2022 casi 25 millones de personas se desplazaron de su país a otros territorios, lo que en palabras de Pajares “es más o menos la media de los últimos años”. Sin embargo, el IDMC mide los datos de desplazados internos por fenómenos repentinos, como volcanes o incendios, que no es lo mismo que hablar de refugiados climáticos. “Son gente que cuando se produce un huracán, lluvias torrenciales o situaciones similares, se van de su lugar de origen para salvar sus vidas pero la mayoría regresan a reconstruir su hábitat, por tanto no son migraciones”, explica.

La Unión Europea habla de desplazamiento o movilidad interna cuando se producen traslados dentro del propio territorio europeo. Por lo que un ciudadano que emigra de España a Francia, bajo el pretexto de huir de los impactos de las inundaciones o la sequía, no sería considerado refugiado climático. Lo que está claro, es que bajo este pretexto, en tan solo 35 años, la ciudadanía que vive en el sur de España se verá obligada a trasladarse hacia el norte y hacia otros países europeos, como consecuencia de la desertización, convirtiéndose así en parte de ese colectivo al que los Gobiernos tanto miedo les da llamar, refugiados climáticos.

Firmado

Yair Rodríguez Pérez y Claudia Vega

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