Humanizar la respuesta, cuidar las medidas
Cuidar la vida. Ese y no otro es el objetivo que asumimos desde el primer momento todas las personas que compartimos responsabilidades políticas dentro de la Consejería de Derechos Sociales del Gobierno de Canarias. Cuando todavía no sabíamos nada sobre el COVID 19 ni mucho menos lo que suponía estar frente a una alerta sanitaria. Cuando ni siquiera imaginábamos que nuestras decisiones necesitarían de una rapidez, perdón, de una inmediatez absoluta para dar respuesta a la realidad que vivimos desde hace semanas.
En estos días todo tiene un riesgo añadido, el riesgo de lo desconocido, y justo por esa vorágine que nos recorre cada día nos aferramos a los motivos que hasta aquí nos trajeron: la vida en el centro. Centrarnos en el cuidado de las personas más vulnerables, de las personas mayores, de las inmunodeprimidas, de quienes lidian día a día con las violencias machistas, de quienes viven atrapadas en sus terribles consecuencias.
Antes, hace semanas que parecen meses, diseñábamos políticas para llevar la vida al centro. Hoy cuidar de esa vida es la que prima en las respuestas y las medidas que se van tomando.
Mantener la paz social, reducir la presión de la crisis sobre las personas con menos recursos, sobre las familias sin ingresos, garantizar una cesta de la compra a miles de familias, personas que viven una situación de exclusión, del extrarradio de la exclusión, quienes sobreviven como pueden, de lo que sacan de las calles. Medidas económicas y sociales que debemos seguir impulsando y acelerando para poder así cuidarles, cuidarnos. No podemos permitir que la elección sea entre salud o supervivencia.
Este virus que nos tiene en casa, pero con la cabeza muy lejos, nos muestra sin apenas sombras las enormes diferencias en las que vivimos todas las personas. Y no, no hablamos solo de las evidentes, sino de esas que nos atraviesan en multitud de consideraciones no siempre tan notorias.
Hoy más que nunca, humanicemos también nuestras miradas para no juzgar a quienes vemos por la calle desde la ventana porque igual es un voluntario que va a por medicina para una señora mayor; igual vuelve de trabajar en su centro de salud; igual lleva toda la noche limpiando un supermercado o le duele el alma de repartir enseres; igual tiene permiso médico para poder salir. Igual la ves en la calle y no sabes que para esa niña no salir a la calle es más perjudicial que quedarse en casa.
Apuesto horas de sueño a que en esta situación que vivimos hoy y que era tan desconocida hace apenas unas semanas, precisa más de empatía que de un jurado popular. Lo cierto es que no lo sabes, nos sabemos los motivos que le hacen estar justo ahí, cuando tú miras, en la calle.
Pero no te desconectes del todo porque necesitamos que estés pendiente de quien sí te necesita: de tu vecina, si la escuchas en peligro; de tus mayores, para que se sientan acompañados; de quienes son más peques, que corren por los pasillos en vez de por los parques soñando escalar paredes y árboles cuando juegan con sillas y tiran la almohada. Te necesitamos, nos necesitamos.
Porque necesitamos que mañana, cuando todo esto pase, sepamos construir sobre lo erigido y no sobre escombros. Porque la respuesta no se arregla con bombas sino con humanidad.
Nuestra tarea es sacar recursos y medidas para atender a quienes más lo necesitan. Tu tarea, si te animas, es sumar humanidad cada día, es exigirnos que nadie se quede atrás. Es salir de este túnel abrazadas a la vida.