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Omaira y Carolina, dos madres a las que la gestión de las piscinas de San Bartolomé dan la espalda.

    “No quiero meterme en la piscina porque yo no soy monitora de natación”

Omaira Martín y Carolina Buriticá, madres afectadas por la mala gestión de las piscinas municipales de San Bartolomé de Tirajana, comentan que las quejas comenzaron en las instalaciones de San Fernando. Ambas madres coinciden en que sus hijos, que tienen necesidades especiales, antes contaban con un monitor, pero que tras la pandemia ya no está. “Ellos aprovecharon el cierre por el covid y el servicio ya no funciona”, argumenta Carolina.

El niño de Omaira tiene TEA y desde que se apuntó a la piscina nunca ha recibido ayuda. En cambio, la niña de Carolina tiene problemas auditivos y antes del covid si recibía un servicio de apoyo sin la necesidad de que ella se metiera en la piscina con la niña.

Negativa a su ayuda
Carolina ha intentado ponerse en contacto con los monitores que la tuvieron de un sitio para otro e incluso en una lista de espera en la que nunca la llamaron. “Nos dijeron que había que esperar”, expone Omaira que explica que fue muy insistente, pero que siempre le daban una negativa. Inclusive, el pasado septiembre volvió a poner una queja en la que la solución pasaba porque ella misma entrara a macronatación con su hijo.

Ambas madres consideran que es imprescindible que sus hijos tengan relación con otros niños. Además, comentan que en algunas ocasiones los monitores consideran que sus hijos pueden estar en clases ordinarias. “Depende de la buena voluntad del monitor con el que des”, explica Omaira.

Por su parte, el ayuntamiento de San Bartolomé de Tirajana remite que la gestión es de la empresa privada, por lo que Carolina intentó llevar el asunto a Servicios Sociales, donde también le negaron su ayuda. “No quiero meterme en la piscina porque yo no soy monitora de natación”, expone Carolina, que reflexiona sobre que los niños con discapacidades tienen capacidades.

Integración real
Ambas madres comentan que lo que buscan es la integración social de sus hijos, que es puede ser factible, aunque necesiten más paciencia que el resto. Las dos creen que es importante que vayan a clases ordinarias porque el deporte les ayuda también a sociabilizar. No obstante, aseguran que siempre tienen una negativa por parte del centro cuando se trata de apuntar a sus hijos a cualquier tarea deportiva. “No es solo con la natación, es con todo”, menciona Omaira.

Además, Carolina comenta que el deporte no ayuda solo en lo social. Especialmente su hija necesita desarrollar el tono muscular, por lo que su médica le realizó un informe para que pudiera hacer ese deporte. No obstante, ella no sabe qué hacer con dicho documento, ya que para la gestión de las piscinas no es suficiente. “Entre usted como madre y dele las clases”, expone Carolina contando lo que ha sido la respuesta del centro.

Acciones que van más allá
Tanto Carolina como Omaira comentan que crearán una asociación de padres porque tienen frentes abiertos con la consejería de educación que ni siquiera les ha contestado. La asociación se producirá para hacer más fuerte la queja. Ambas aseguran que por lo privado, todo es posible, pero que tener un hijo en estas condiciones aumenta los gastos y no todas las familias pueden afrontarlo. Además, también quieren tratar otros temas como que no hay suficientes logopedas, por lo que la lista de espera es muy larga y no dan un buen servicio.

El club que gestiona las piscinas se lava las manos en el asunto. “Si quieres traer al niño y te metes tú con él”, explica Omaira. Por otro lado, Carolina apunta a que le parece discriminatorio el trato que reciben sus hijos y razona sobre que “la inclusión no es solo una palabra”.

Clases ordinarias
Carolina comenta que a su hija la están evaluando para ver si continúa en su clase ordinaria, aunque asegura que nadie se hace cargo de la pequeña; por lo que no cuenta con apoyo suficiente. Por otro lado, Omaira explica que su hijo ya está en una clase enclave porque la profesora de la clase ordinaria no se hacía cargo de él.

Atención Temprana
Ambas madres explican que dicho servicio está hasta los 6 años, pero que en San Bartolomé de Tirajana ni siquiera existe. “Ese servicio lo cerraron hace tiempo”, explica Carolina, que además asegura que antes también había ayuda psicológica para los padres. Omaira denuncia que los niños con TEA de El Tablero no tienen Atención Temprana, aunque esté por ley. “Ellos te derivan al hospital militar que es para toda la isla”, menciona Omaira.

Problemas con la Consejería
Actualmente, hay leyes que protegen y ayudan a este tipo de niños, aunque ambas madres denuncian que luego esto no se cumple. Carolina comenta que la nueva ley de educación pretendía promover la inclusión. No obstante, la madre también asegura que los centros argumentan que no están recibiendo los medios necesarios. “Qué mejor que un niño esté con otros niños y tengan a una persona de apoyo”, razona Carolina.

Omaira apunta a que es importante que en las edades tempranas a los niños se les motive y ayude a aprender para que, cuando sean adolescentes, no se vea la diferencia con el resto de sus compañeros. “Si le das la ayuda que necesitan, sí”, argumenta Omaira que explica que la consejería no manda ayuda ni siquiera pagándolo los padres.

Otras piscinas
Además, el mismo club que niega la ayuda a estos niños gestiona las piscinas de San Fernando, El Tablero y El Castillo. “No hay nada que hacer por muchas piscinas que haya”, expone Carolina. Conjuntamente, Carolina comenta que otros padres en su misma situación han llevado a sus hijos a Santa Lucía de Tirajana o a Mogán, pero que en esos municipios ya no quedan plazas libres. Además, la madre asegura que tampoco hay plazas por lo privado y que las cuotas han subido mucho, por lo que considera que su situación se gestiona “todo con lucha, no ha sido fácil”.

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