El CAE de El Salobre, buque insignia del cariño y trato personalizado
Si el trabajo con personas que precisan atenciones especiales es reconfortante para los profesionales, con más cariño lo reciben los usuarios y sus familiares. Este tipo de cuidados, con una exquisita delicadeza, es lo que otorga un prestigio como el que tiene el Centro de Atención Especial (CAE) ubicado en la subida a El Salobre. Con una enorme ilusión vocacional, un grupo de seis profesionales se esmera sobremanera, tanto de forma individual como colectiva, en ofrecer el máximo de atenciones a esos más de treinta chicos de entre 20 y 52 años que a diario acuden plenos de ilusión para recibir formación ocupacional y personal de primer orden.
Atravesar la puerta del Centro de Atención Especial de El Salobre genera unas sensaciones especiales, distintas. Se entra en otra esfera de la vida, en la de una treintena de usuarios con edad adulta y el dulce comportamiento de un adolescente. Personas con diferentes comportamientos, seres humanos tan iguales como distintos de otros; expresan cariño, derrochan simpatía y arrojo y sienten vergüenza. Como todos. Tienen algunas carencias de comportamiento y se les enseña para que mañana puedan ser lo más autosuficientes posibles.
Dependiente del Ayuntamiento de San bartolomé de Tirajana, el centro está regido por un coordinador, que cuenta con el apoyo y colaboración de una logopeda, una profesora de Educación Especial), una capataz agrícola y un monitor. Ellos son los encargados de manejar los hilos diarios con los usuarios en edad adulta. El centro también alberga el Servicio de Atención Temprana, del que se encarga una pedagoga.
Realización personal
La filosofía de trabajo no parte de la idea de que el CAE de El Salobre sea sólo un centro ocupacional para los usuarios. El esfuerzo por fomentar sus capacidades es el exponente de cada actividad, programada para lograr la integración social de estas personas. No hay que perder la perspectiva del entorno familiar actual, pues la mayoría de usuarios son personas adultas, generalmente con padres muy apegados e implicados, sin perder de vista un futuro de posible dependencia.
Así, en el día a día de este centro especializado los usuarios tienen una programación para que vayan participando en diversas actividades que les ayuden a incentivar sus capacidades y habilidades. Talleres de informática, jardinería, mejora de cualidades cognitivas, música, manualidades con piel curtida, habilidades sociales, logopedia, manejo de paquetería y habilidades de la vida diaria forman parte de la programación del CAE para motivar su destreza y tratar de llegar al objetivo de que sean lo más autosuficientes posibles.
Mini-piso y música
La concejala de Servicios Sociales Yurena Tejera Cruz explica que, al ser personas adultas, “están orientados a un porvenir ligado a la dependencia, de otros familiares, o de centros sociosanitarios”. No es fácil “mantenerles hábitos para que ellos sean capaces de programar su medicación, pues una gran mayoría están sujetos a tratamientos médicos de tipo crónico”. De ahí que el trabajo de los profesionales del Centro de Atención Especial El Salobre cobre una especial relevancia por cuanto va a suponer en el comportamiento futuro de estos jóvenes adultos.
Bajo los condicionantes familiares y específicas de cada uno de sus progenitores, fomentar la práctica de hábitos de desarrollo personal es un objetivo fundamental de la política del centro y, por ende, de los educadores. En el interior del centro se ha diseñado un habitáculo que ellos denominan ‘mini-piso’, en el que se combinan los principales elementos de un hogar. El coordinador del centro explica que con este piso tipo, se procura que los usuarios del centro “aprendan a desarrollar actividades de higiene doméstica y otras tareas del ámbito casero (hacer una cama, ordenar la ropa en los armarios…), además de la realizar talleres de cocina para que puedan ser capaces de hacerse una comida ligera en casos de necesidad familiar”.
Otra de las actividades de mejora sensorial y motriz durante el ciclo 2015-2016 ya finalizado fue el Aula de Música. Con la colaboración del Ayuntamiento, aquí fue la Asociación de Padres de Alumnos la que sufragó esta actividad. Con un inmenso cariño, Juan Agustín Cáceres Alcántara impartió las enseñanzas musicales, marcándole los instrumentos y las notas con papeles de colores para que los chicos fueran capaces de enhebrar sus melodías. Es imposible no emocionarse cuando se observaba el empeño y entusiasmo de estas criaturas por hacer sonar un órgano o, sentados a la batería, golpear los palos en el tambor o platillos.
Atención temprana
Este es un servicio fundamental, municipal y no subvencionado por otras instituciones. Lleva doce años funcionando, los mismos que la pedagoga encargada lleva desarrollando su labor en el mismo. En el último curso ha atendido dieciséis niños, con tratamientos individualizados de 45 minutos y con una media de dos sesiones semanales por usuario. Hasta ahora, este centro ha atendido un total de 181 casos, y según explica la pedagoga responsable del servicio, no solo son del municipio, sino que se han acogido varios casos de Mogán y La Aldea.
Los usuarios de este servicio se encuadran en el segmento de entre 0 y 6 años, llegan al CAE derivados por servicios sociales o por los sanitarios, y la duración de los tratamientos oscila entre uno y dos años “en que se trata no sólo al bebé sino también a su familia”. Tras la evaluación inicial “se diseña el programa de intervención, y ya luego por consecución de objetivos o por edad van abandonando el servicio”, dice. La pedagoga de este servicio señala que cuando los niños alcanzan la edad de 3 y 4 años se procede a su escolarización, proceso en el que también se interviene, pues “se le hace un acompañamiento gradual en el proceso de integración en el centro escolar”.
El centro de El Salobre es modélico en su género, trabaja a tope y de forma coordinada para implementar las capacidades, a niveles individual y grupal. Siendo importante la coordinación para caminar en la misma dirección, el esfuerzo se centra también en una mayor implicación de los padres de los usuarios, tratando de que sean partícipes de las actividades y decisiones, que deben redundar en beneficio de sus familiares.
Fuente: Ayuntamiento de San Bartolomé de Tirajana