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¿Qué es el gas que sueltan los aviones?

Durante la última década se ha consolidado un creciente fenómeno que cuestiona el objetivo de las estelas de condensación producidas por los aviones. ‘Nos fumigan’, ‘nos quieren esterilizar’ o ‘están intentando controlar el clima’ son solo algunas de las afirmaciones que se pueden encontrar al respecto en redes sociales, sin embargo, ¿para qué sirven estas estelas?¿Es cierto que las instituciones científicas puedan controlar el clima?

Siembra de nubes

Desde 1979, el Boletín Oficial del Estado (BOC) recoge un acuerdo sobre el proyecto de intensificación de la precipitación (PIP) entre la Organización Meteorológica Mundial, el Gobierno de España y otros estados miembros de la organización para la puesta en marcha de un experimento científico relativo a los procesos meteorológicos que intervienen en los mecanismos de la precipitación y su modificación. En otras palabras, el objetivo fundamental de este experimento era aportar información a los estados miembros sobre la posibilidad de intervenir artificialmente en los procesos meteorológicos para incrementar las precipitaciones.

Este experimento, culminado en 1981, se llevó a cabo en una extensión de 50.000 km2 de la cuenca del Duero (Valladolid). Sin embargo, a pesar del gran despliegue, en el que participaron más de 50 investigadores de distintas nacionalidades, dejó resultados decepcionantes. El problema fundamental era que la tipología de nubes que se formaba no era susceptible de ser sembrada, por lo que no se obtenían resultados.

En abril de 2023 la Agencia Estatal de Meteorología (AEMET) publicaba un artículo en el que aseguraba que “cada año se dedican recursos crecientes de investigación a la modificación artificial del tiempo, con el objetivo de incrementar precipitaciones en los lugares más desfavorecidos”. Además la AEMET reconoce que estas investigaciones van más allá de la modificación de las precipitaciones, buscando “evitar granizadas dañinas para la agricultura o intensas nevadas sobre importantes núcleos urbanos”. A pesar de ello, esta entidad pública reconoce en ese mismo artículo “no participar en ningún tipo de proyecto operativo de modificación artificial del tiempo”.

Sin embargo, la siembra de nubes poco o nada tiene que ver con las estelas de condensación. Mientras que las estelas se forman bajo unas condiciones más frecuentes, la siembra de nubes tiene lugar en muy pocas ocasiones, ya que necesita de espacios y condiciones específicas. Este proceso, en muchos casos, se hace desde la superficie, por lo que no deja ninguna estela de condensación en el cielo.

Estelas de condensación

Las estelas de condensación de los aviones son nubes de hielo que aparecen, en ocasiones, tras el paso de una aeronave, por la condensación del vapor del agua contenido en las emisiones de los motores. Es decir, cuando los gases que emite el avión entran en contacto con el aire que los rodea, se enfrían rápidamente, dando lugar a este tipo de fenómeno, que deja a su paso una estampa muy característica. Son varios los gases que emiten los aviones, desde hidrocarburos a azufres o partículas de hollín y metal, pero de entre todos ellos, solo se necesita el vapor de agua para la formación de las estelas. No obstante, estas no pueden disipar nubes, ni alterar las condiciones meteorológicas.

Su permanencia en el espacio está determinada por la temperatura y la cantidad de humedad en el aire, por lo que si la humedad es baja, se evaporan con rapidez, mientras que si se da el caso contrario, permanecen durante más tiempo en la atmósfera, pudiendo durar horas y crecer varios kilómetros de ancho y hasta los 200 y 400 metros de altura.

Chemtrails

Proveniente de la mezcla de las palabras inglesas chemical y trail, traducidas al español como estelas químicas, se conoce como el movimiento que sostiene la creencia de que existe una parte de la comunidad científica que estaría realizando una fumigación química generalizada, creando impactos negativos en la salud humana, así como en el medio ambiente.

Como ocurre con otros fenómenos que defienden cuestiones como la prejudicialidad de las vacunas, el terraplanismo o el negacionismo, son afirmaciones sin un fundamento científico, sustentadas en imágenes compartidas a través de redes sociales como prueba de las sustancias químicas, pero sin ninguna validez. Si bien es cierto que la comunidad científica ha llevado a cabo diversas investigaciones para la intervención humana en los procesos metereológicos, mediante la siembra de nubes y otros procesos, la AEMET confirma que en la actualidad, no participan en ningún proyecto con esta finalidad, así como que las estelas de condensación nada tienen que ver con estas cuestiones.

Claudia Vega

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