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El Ayuntamiento de San Bartolomé de Tirajana contribuye al deterioro de las Dunas de Maspalomas

  • Existen quioscos situados dentro del límite de la Reserva, que “aceleran la velocidad del viento y degradan el medio a un nivel muy significativo”.
  • Uno de los servicios con mayor impacto negativo es el paso de cribadoras y tractores, cuya única función es la de allanar el terreno para los turistas y asegurar que tanto quioscos como contenedores se mantengan en la misma ubicación, retirando pequeñas cantidades diariamente de arena de las Dunas.
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San Bartolomé de Tirajana, 9 de septiembre.- La Reserva Natural Especial de las Dunas de Maspalomas situada en el municipio de San Bartolomé de Tirajana se ha convertido en uno de los enclaves turísticos de la Isla por excelencia. Un espacio de 400 hectáreas de terreno desértico, que convierten a este paraje en uno de los más fotografiados y visitados del archipiélago canario.

El motor natural que favorece la formación de las dunas es el viento, ayudado por una especie vegetal, denominada comúnmente como balancón (Traganum moquinii), una planta arbustiva de hasta 1,5 metros de altura. Pero, la pérdida de esta especie, debido a la intervención humana, ha favorecido la desaparición de estas formaciones arenosas.

Se determina así que el paso de los visitantes por este entorno protegido, dificulta la preservación y origina un daño medioambiental y geográfico irreparable. “Cuando se arranca o se parte la vegetación, esta muere y su función de fijar la arena y formar dunas ya no se puede cumplir”, declara Leví García, investigador del Instituto de Oceanografía y Cambio Global (IOCAG).

Según el proyecto ‘MasDunas’, puesto en marcha por el Cabildo de Gran Canaria con el objetivo de actuar de forma inmediata, se estima que se pierden aproximadamente 45.000 metros cúbicos de arena cada año, que acaban en el fondo del mar. Las medidas implantadas a través de este proyecto han reducido el impacto negativo, sin embargo es necesario seguir fortaleciéndolas, sobre todo en el caso de la vigilancia, dada la superficie tan amplia que abarca la Reserva.

Manuel Viera, doctor en Gestión Costera por la ULPGC y actual responsable del seguimiento científico del proyecto ‘MasDunas’ mantiene que se deberían imponer más sanciones: “la experiencia ha demostrado que por desgracia muchos humanos no respetan por convencimiento, sino porque les tocan el bolsillo”.

La gestión y conservación de este paraje no recae únicamente en el Cabildo de Gran Canaria, sino que intervienen la Dirección General de Costas, el Gobierno de Canarias, a través de las consejerías de Transición Ecológica y Energía, el propio Ayuntamiento de San Bartolomé de Tirajana, empresarios, hoteleros, ecologistas y vecinos del municipio que forman parte de una Junta Rectora, responsable de la Reserva Natural de las Dunas de Maspalomas. García establece que “necesitamos un documento que obligue a coordinar las competencias divididas en torno a las inmediaciones de los espacios protegidos, independientemente del color político”.

Cada entidad cumple una labor determinada dentro de este espacio, aunque en algunos casos no se gestiona como debería. Viera afirma que “hay cosas que mejorar, sobre todo determinadas actuaciones de los servicios de playa, que actualmente están produciendo un fuerte impacto sobre el sistema dunar”.

Dichos servicios son gestionados por el Ayuntamiento de San Bartolomé de Tirajana, responsable, a través de una empresa privada, de Hamacas y Sombrillas, así como de la instalación de quioscos, en este caso, no reglamentarios para la conservación de las Dunas, según el estudio realizado en 2021 por el Grupo de Geografía Física y Medioambiental del instituto de Oceanografía y Cambio Global (IOCAG).

Estos quioscos se encuentran situados de forma incorrecta, dado que la delimitación de la Reserva por el borde litoral, utiliza como referencia la línea de bajamar escorada, estableciendo su límite a 75 metros hacia el interior de las dunas. Sin embargo existen quioscos situados dentro del límite de la Reserva, lo que provoca la modificación de la dinámica eólica, en palabras tanto de Viera, como de García, “acelera la velocidad del viento y degrada el medio a un nivel muy significativo”. Esto quiere decir, que si sitúa cualquier tipo de objeto dentro de la Reserva, la degradación de las dunas se aceleraría con más rapidez, dado que el impacto del viento contra estos objetos aumenta la fuerza del mismo.

“Los quioscos se deben reubicar de tal forma que las zonas más críticas para la entrada de arena, en el frente de Playa del Inglés, estén libres de los mismos. Dejarlos en las zonas actuales es contrario al criterio de fomentar un turismo sostenible, cuyas consecuencias se están viendo desde hace décadas en el sistema dunar”, asegura Manuel Viera.

Como bien se ha apuntado, la gestión de los servicios de playa, realizada por el Ayuntamiento y empresas privadas subcontratadas, no está siendo ni suficiente ni adecuada para el mantenimiento y formación de las Dunas de Maspalomas. Se ha visto que la posición, tanto de los quioscos, como de los contenedores perjudican la conservación del entorno.

Uno de los servicios con mayor impacto negativo es el paso de cribadoras junto a tractores con palas, cuya única función es la de allanar el terreno para los turistas y asegurar que tanto quioscos como contenedores se mantengan en la misma ubicación, retirando pequeñas cantidades diariamente de arena de las Dunas. Es decir, el mismo daño que provocan estos objetos, perdura en el tiempo por culpa de este tipo de acciones, haciendo que su actividad resulte contraria a la conservación del sistema dunar.

En la actualidad, ya es objeto de análisis el impacto que se está produciendo, desde hace años, por los servicios de playa, sobre la destrucción de parte de las dunas, que avanzan a la altura del quiosco número 7: “Con dicha actuación están eliminando de forma continuada un dique natural que protege la Reserva ante la elevación del nivel del mar producido por el cambio climático”.

Asimismo, y para tratar de frenar el impacto humano en las Dunas de Maspalomas y remediar la mala gestión del propio Ayuntamiento se debe solicitar asesoramiento científico, para conocer en profundidad los estudios realizados sobre el funcionamiento de la duna costera de Playa del Inglés. Dicho asesoramiento podría ayudar a que la gestión de la playa se realizase de forma más sostenible, tratando a esta como sistema natural y no como recurso turístico. “O es para el usuario y adaptamos la playa a él, o el usuario se adapta a la playa”, sostiene Leví García.

A pesar de la implementación de medidas para la protección de la reserva, el investigador del IOCAG propone como posible solución que desde los establecimientos turísticos y cadenas hoteleras se informe a los clientes para que cuando lleguen a este entorno sepan lo que se puede o no hacer. Sin embargo, hay que resaltar que de nada sirve cualquier solución propuesta si la publicidad que se vende es engañosa: “si en los vídeos publicitarios aparece gente caminando por el entorno, es normal que piensen que también lo pueden hacer”.

Aunque desde el 2018 el Cabildo de Gran Canaria ha tomado medidas para la preservación de la Reserva Natural Especial de las Dunas de Maspalomas, la mala gestión de los servicios de playa, desempeñada por el propio Ayuntamiento de San Bartolomé de Tirajana, ha favorecido el deterioro de este paraje, acelerando un proceso que únicamente destruye uno de los enclaves turísticos más especiales de Gran Canaria.

Firmado

Yair Rodríguez Pérez y Claudia Vega

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