Orgullosos de barrio: el 95% se siente profundamente canario
La presentación del mayor estudio sociológico sobre identidad y patrimonio realizado en Canarias no es solo una radiografía estadística. Es, sobre todo, un espejo que devuelve una imagen clara de la gente. Y es que la ciudadanía tiene muy claro quién es, qué quiere cuidar y cómo se reconoce en estas islas.
La canariedad como experiencia, no como certificado
El estudio, impulsado por la Dirección General de Cultura y Patrimonio Cultural del Gobierno de Canarias, se basa en 2.000 entrevistas realizadas por todas las islas. Su objetivo es analizar qué factores construyen la identidad personal, social y territorial de la población canaria y cuál es su vínculo real con el patrimonio material e inmaterial del Archipiélago.
Los resultados son contundentes: casi el 90% de las personas encuestadas considera que haber vivido o vivir en Canarias es el factor esencial para ser “verdaderamente canario”. En segundo lugar aparece haber nacido en las islas (83,5%) y, en tercer lugar, hablar español (75%).
La conclusión es clara, la canariedad no se reduce a una partida de nacimiento ni a una etiqueta administrativa. Para ser canario no hace falta nacer aquí; hace falta haber mirado este mar, haber sufrido y disfrutado en estas islas y haber hecho un trozo de vida en ellas. La identidad se vive, no se imprime en un documento.
Ser canario y ser español es una compatibilidad, no un conflicto
El estudio también pregunta por la relación entre la identidad canaria y la española. Los datos desarman cualquier relato de conflicto permanente. Un 44,7% de la población considera totalmente compatible sentirse canario y español, y un 40,9% lo ve bastante compatible. Solo un 13,3% percibe alguna incompatibilidad.
En cuanto al posicionamiento identitario, el 41,3% afirma sentirse más canario que español y un 11,1% se declara únicamente canario. En el extremo opuesto, apenas un 3,1% se siente más español que canario y solo un 0,5% se define únicamente como español. El orgullo de pertenencia roza la unanimidad: el 95,1% se siente muy o bastante orgulloso de ser canario.
Es decir, para la inmensa mayoría, se puede ser canario y español sin conflicto. Canarias también es España, pero la base, el suelo, la raíz, es Canarias. La pertenencia no se vive como un dilema, sino como una compatibilidad natural en la que el territorio cercano (los barrios) actúa como primer ancla identitaria.
Un arraigo que empieza en el barrio y se extiende al mar
El informe confirma que la ciudadanía se identifica sobre todo con lo próximo: el lugar de residencia y la isla son los factores identitarios más señalados, alrededor del 50% de las respuestas. Solo después aparecen la generación y el género, con un 25%, y ya en niveles inferiores (por debajo del 15%) el país, la comunidad autónoma, la orientación sexual, la profesión, la clase social, la religión o la ideología política.
En la escala de pertenencia territorial (0 a 10), el orden es revelador: primero el pueblo o ciudad, luego la isla y en tercer lugar Canarias en su conjunto. España y Europa ocupan los últimos niveles de identificación. La identidad se construye desde abajo, desde el entorno inmediato hacia lo global, no al revés.
El vínculo con el medio natural también es significativo. La población se siente más identificada con la costa y las playas (media 8,3) que con montes y barrancos (7,8), con la excepción de La Palma, donde se invierte la tendencia. Las islas orientales, más bajas y áridas, muestran una mayor distancia entre ambos espacios. Con la edad, además, varían los matices: las personas mayores de 75 años se sienten algo menos identificadas con la costa, mientras que la afinidad con los montes aumenta a partir de los 45 años.
La gente lo tiene claro, la política no tanto
El segundo bloque del estudio se centra en hábitos culturales y relación con el patrimonio. La ciudadanía no solo reconoce elementos patrimoniales representativos de cada isla (materiales e inmateriales), sino que expresa un fuerte interés por actividades museísticas, audiovisuales y al aire libre. Sobre todo, percibe el patrimonio como un vínculo emocional y de pertenencia, más allá de su dimensión física.
Más del 90% de las personas encuestadas considera importantísima la protección, conservación y difusión del patrimonio cultural. Entre las prioridades que señalan al sector público destacan la conservación de centros históricos, la protección de bienes inmuebles, la investigación y la difusión.
Sin embargo, la realidad cotidiana exige una pregunta incómoda: ¿están las políticas a la altura de ese consenso social? No sirve de nada afirmar que la identidad canaria es un pilar estratégico si luego los cascos históricos están abandonados, si los senderos no se cuidan, si la costa se llena de cemento, si cada vez quedan menos fiestas populares, si la juventud canaria no deja de emigrar porque no puede acceder a un empleo ni a una vivienda digna. El estudio demuestra que la gente de a pie lo tiene clarísimo: el problema no es la base, sino que muchas veces la política va por detrás del sentir del barrio. ¿No da la sensación de que la gente sabe mucho mejor qué quiere cuidar de Canarias que buena parte de quienes toman decisiones?
Canarias no es solo un paisaje para vender vacaciones. Canarias es un pueblo que se reconoce en su barrio, en su acento y en su manera de cuidarse. Si queremos estar a la altura de esa identidad, la política tiene que dejar de mirarse desde su privilegio y empezar a mirar a la plaza. Porque la canariedad no se manifiesta con palabras, ni logos, ni banderas, se practica. Y, al final, un canario no se rinde: se levanta, se sacude y sigue bregando.
Yair Rodríguez Pérez


